Tras de una serie de pruebas, que incluyó el análisis forense del mismo, así como una comparación del ADN de descendientes directos, hoy se pudo comprobar que el esqueleto descubierto en los restos de un antiguo monesterio en Leicester, son los del Rey Ricardo III, uno de los monarcas más emblemáticos de Inglaterra. Las pruebas a la osamenta no sólo probaron que recibió una serie de heridas similares a las descritas en los textos, sino que su apariencia física y posible dieta coinciden con los datos existentes. A pesar de su importancia histórica, este gobernante es más conocido por la obra homónima escrita por William Shakespeare, que tenía una visión muy particular del mismo. Por lo pronto, Su Majestad estará pronto de nuevo en donde debería de estar, aunque eso no afectará su presencia dentro de la literatura, que es ya universal.