Por Lorena Loeza
The program. Francia, Inglaterra (2015)
- Stephen Frears
- Reparto: Ben Foster, Chris O´Dowd, Guillaume Canet, Elaine Cassidy, Dustin Hoffman.
En pleno ambiente deportivo, llega a carteleras esta cinta acerca de Lance Armstrong, el ciclista que pasó de ser considerado como super héroe y atleta del siglo, al peor estafador del deporte de todos los tiempos. Una interesantísima cinta basada en el libro del periodista David Walsh, Seven Deadly Sins, acerca de la exhaustiva investigación que realizó por años, acerca del uso de sustancias prohibidas que le permitieron a Lance Armstrong ganar siete veces el Tour de Francia.
La película nos muestra la evolución de Lance Armstrong, desde que inicia su prolífica carrera como ciclista, la asombrosa manera en que vence al cáncer y su ascenso asombroso que lo convierte en la única persona que había ganado tantas veces el tour de Francia de manera consecutiva; para finalmente también presenciar su dramática caída.
La narración con la que se construye la película es uno de esos interesantes experimentos en donde el reto está en poder contar una historia de la cual la audiencia conoce el final, con la misión de sorprender en la construcción de los personajes y en la novedad de ofrecer detalles no tan conocidos del asunto.
Frears logra sorprendernos en este proceso, al presentarnos una historia verdadera de engaños e intriga en el mundo del deporte, pero también a un Lance Armstrong como no lo habíamos visto nunca. La excelente actuación de Foster, nos permite asomarnos al lado más oscuro del personaje, cuya soberbia, ambición y egoísmo terminan por dominar la pantalla, en una transformación paulatina muy bien realizada que sucede frente a nuestros asombrados ojos.
Es así que vemos a un hombre que logra superar una difícil convalecencia y que esa sensación de ser invencible incluso frente a la muerte misma, lo lleva a ansiar el triunfo sobre todo lo demás – fama, riqueza, prestigio y admiración- a costa de lo que sea. Es así que en mancuerna con un equipo médico desarrolla a través de varios años, un sistema de dopaje prácticamente indetectable que protege incluso utilizando la amenaza y la intimidación.
La cinta cumple su objetivo, aunque quizás no responda todas las preguntas que surgen después de conocer una historia tan asombrosa como siniestra. Y es que en el deporte como en la vida hay que competir limpio, porque la confianza y la admiración del público difícilmente se recuperan después de haberles traicionado. Y en honor al repudio a la deslealtad, creo que voy a deshacerme de la pulserita amarilla de “Livestrong” que todavía conservaba. Muy lamentable.