Quizá este 2008 haya sido uno de los veranos más eclécticos en cuanto a la variedad de blockbusters que se mostraron en salas cinematográficas muy a pesar de que sigue con la tendencia de la secuelitis y la adaptación a otras fuentes, entiéndase cómic, a la que nos han acostumbrado en esta década. Se pudo apreciar desde el blockbuster generacional, la fórmula clásica, la fórmula puesta de cabeza y las verdaderas sorpresas cinematográficas.
De hecho el verano lo abre George Lucas, el guru de las licencias marca aventura musicalizada por John Willliams, quién insiste en sacar el máximo jugo a sus dos únicas creaciones de éxito. Con Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull tuvimos la oportunidad de disfrutar nuevos cuentitos de la mano del arqueólogo más intrépido de la pantalla, el Dr. Henry Jones Jr, de quién en esta ocasión nos enteramos es el feliz padre de Mutt Williams, el carismático y próximo leading man que Lucas se ha sacado de la manga para seguir con la serie.
Pero al menos con Indy ahí esta Steven Spielgerg haciendo buen cine y regalando buenos momentos aunque esta cuarta entrega sea la más floja de la serie: el intrigante inicio en Roswell, la recreación de la universidad cincuentera que tiene leiv motifs desde Black Leather Jackets hasta Quatropenia y a gusto personal la toma mas impactante del año: Indiana Jones presenciando la gloria del hongo nuclear. Y por supuesto, Harrison Ford quién con sombrero puesto no pierde el timing actoral que hace de Indiana un personaje del todo adictivo.
Mientras, la Marvel Studios comienza con el pie derecho sus labores de taller cinematográfico con dos adaptaciones que retoman lo positivo de los X-Men de Singer y el Spiderman de Sam Raimi: Iron Man y The Incredible Hulk. En ambas cintas la Marvel parece encontrar el equilibrio ideal para seguir sacando jugo de las creaciones que Stan Lee, Jack Kirby, Larry Lieber y demás dieron al mundo en la década de los sesentas: directores de oficio que ofrezcan visión y cariño por los personajes, guiones con un mínimo de calidad, casting con reconocidos actores que estan a un paso del stardom y la promesa de un universo coherente en la pantalla grande. Con Iron Man Jon Favreau logra hacer de Tony Stark un verdadero héroe romántico quien comienza a dudar de su naturaleza capitalista y nos regala el ensamble actoral sorpresa del verano: Jeff Bridges, Gwylnet Paltrow y un Robert Downey Jr. quién crea un héroe tan agradable y carismático logrando una iconocidad de la estatura del que hablábamos apenas, Indiana Jones. En el segundo punch marvelita, The Incredible Hulk, Louis Leterrier amalgama la probadísima nostalgia de la serie de Bill Bixby con los aspectos mas reconocibles de la serie de comic, dejando que Edward Norton paladee otro caso de personalidad doble mientras Tim Roth, Liv Tayler y William Hurt se divierten con la película. Junto con Wanted, para completar la tercia marveliana del verano, cabe notar la influencia de Mark Millar, creador de esta última serie y de cuyos Ultimates se retoma el tratamiento de los Avengers más a modo cinematográfico. Ya dirá el tiempo si la Marvel no aplica su viejo hábito de arreglar cosas que no están rotas, tal cual hicieron con las terceras partes de Spiderman y X-Men o con el diluido a los Fantastic Four.
Con esto del retomar personajes y fórmulas mas que probadas, cabe preguntarse si el Hollywood moderno será capaz de sacar material inédito. Al menos lo intentan, y no falto el productor que se ánimo a hacer un superheroe original que de la mano de Will Smith resultó en un visible entretenimiento palomero: Hancock. Por su parte, la verdadera obra maestra del verano nos la regalo Pixar con Wall-E. Aunque derivativa (¿quién no recuerda Short Circuit?), la majestuosidad en cada detalle visual y sonoro de la película dieron una lección de que la técnica, el discurso autoral y al moneymaking no tienen porque ser conceptos necesariamente contrarios. Wall-E queda para las verdaderas glorias cinematográficas, como la Star Wars original y 2001: Space Odissey.
Por su parte, si la Marvel dedica gran cuidado a la adaptación de sus propiedades intelectuales, Mike Mignola le presta a Guillermo del Toro su creación pródiga, Hellboy, para que haga un crossover al universo del Laberinto del Fauno. Manteniendo el tratamiento de que Hellboy, Abe Sapien y Liz Sherman son básicamente adolescentes freaks dandose los topes de la vida, el director mexicano se ánima a plantear una serie de cuestiones moralmente obscuras como es la tendencia humana de exterminar todo lo que le rodea. En esta cinta lo mas escabroso a lo que se enfrentan los héroes no son los increíbles bichejos y criaturas que pueblan la pantalla, sino la toma de decisiones a las cuales no se sienten listos del todo; tales son su predicamentos que tienen que recurrir a la última instancia emocional: una borrachera con Tecate. Sobra decir que el despliege visual no solamente es impecable pues del Toro hace de Hellboy II: The Golden Army todo un postulado estético que desde el Labirynth de Jim Henson no se había visto.
Pero como pocos años, lo mejor del verano llegó al final. Con The Dark Knight Cristopher Nolan logra una pieza cinematográfica con la soberbia de las películas consideradas obras maestras de cineastas como Welles, Kubrick y Hichcock. De estilo clasista, Nolan es de los directores en donde sus películas los CGIs se cuentan con los dedos, la narrativa es lineal y sin ningún tipo de toma a los Wachosky; él gusta de meterse en un helicóptero para regalarnos tomas aéreas de Batman en contraste urbano de Chicago y Hong Honk; es el primer cineasta en usar el espectacular pero complicadísimo formato IMAX para una cinta de evidente demandanda logística, sumandose a una obsesiva perfección que ya comienza a ser tan legendaria como la de Stanley Kubrick o Ridley Scott. Además, el fulano junto a su hermano Johnathan, ha logrado algunos de los mejores guiones cinematográficos de los últimos 10 años, y el de The Dark Knight no es la excepción: una historia obscura que desconstruye moralmente a sus personajes de tal forma que los hace seminales de nueva cuenta. Con la fortuna de soberbia dirección y guión, Christian Bale (definitivamente el mejor actor de su generación quién ya dejo atras a Edward Norton), Michale Caine, Gary Oldman (ahora con un James Gordon que da la nota), Morgan Freeman y especialmente Aaron Eckhart , hacen de iconos convencionalmente unidimensionales (para la audiencia general) personajes inolvidables. Mención a parte merece Heath Ledger con su póstumo Joker el cual no es bueno, ni siquiera excelente; es legendario, uno de los mejores villanos de la historia del cine sin lugar a dudas. Es difícil diregir que una película de superhéroes tenga tal nivel; como película, The Dark Knight raya la perfección de Blade Runner o Aliens.
Es notable que en todas las cintas mencionadas hay una especie de corriente muy sutil pero constante: héroes que no solo se cuestionan sus acciones, si no que denotan eso de hacer el bien es una labor difícil y poco grata para la que hace falta cierta preparación moral ademas de capita y poder volar. Pareciera que en Hollywood hay una súbita preocupación por los tiempos que se avecinan que irónicamente permea sus labores de hacer dinero por entretenimiento de consumo.
En fin, un verano de blockbusters que entre fórmula y fórmula algún autor se salió con la suya y que justifican las sazones de ser un aficionado a los géneros populares de la aventura y la acción, pero más aun de los viejos y permanentes superheroes.