Hace unos días publicamos el texto que Súper Luchas me hizo favor de difundir con motivo de los 50 años de Spider-Man, hoy quiero recordar los 70 años del nacimiento del héroe más grande que ha dado México: El Santo. Texto Publicado originalmente en Súper Luchas No. 472.
Al respecto Ernesto Ocampo, escribió lo siguiente:
El 26 de julio de 1942 debutó Santo, el Enmascarado de Plata. Se cumplen 70 años de la leyenda plateada, y como homenaje, reproducimoseste cuento de Everardo Ferrer Publicado originalmente enla antología Luchadores vs. Monstruos Serie B, de El Under Ediciones -www.elunderediciones.tk- Ed.)
HÈROE
Everardo Ferrer
“En un mundo sin sueños
Las cosas no son más de lo que parecen
Y un mundo sin héroes
Es como un pájaro sin alas
O una campana que nunca suena
Sólo una cosa triste e inútil”
–— A World without heroes, KISS.
Primera Caìda
¡Mpff!, creo que tengo algunas costillas rotas. Este trabajo va a terminar por matarme, pero si no lo hago yo, ¿quién?.
Hace dos noches tuve que trasladarme a un pueblo no muy lejano para ayudarles con algunos problemas provocados por un ataque de hombres lobo y la verdad no fue una tarea sencilla. He de admitir que como en pocas ocasiones, tuve miedo al enfrentarme con esas criaturas, sobre todo con sus hembras. Los encuentros con las vampiresas, si bien no son menos peligrosos me resultan más fáciles de manejar, aún cuando he llegado casi a sucumbir, ya sea ante su belleza o a su poder hipnótico, pero los licántropos sí son seres horrorosos, salvajes e irracionales; verdaderas máquinas de muerte.
No es fácil ser un héroe.
Durante años me he dedicado a combatir con seres y organizaciones que amenazan a la humanidad; vampiros, hombres lobo, zombis, brujas, momias y una plèyade de monstruos salidos de horrendas pesadillas, que atacan al país o incluso al mundo entero, llegándome a ver las caras con seres allende la tierra que pretenden conquistarnos y ante los que, no sin dificultades, he conseguido salir airoso logrando salvar al planeta. ¡Mnngh!, ¡como duele!.
Segunda Caída
Mi máscara pertenece a una estirpe que ha estado al servicio del bien desde la época colonial, cada generación ha contado con uno como yo. He de señalar que si bien mis antepasados han enfrentado amenazas distintas, he tenido el infortunio de combatir a los mismos seres que ellos debido a la inmortalidad del mal. Lo cierto es que al parecer a mí me ha tocado luchar contra peligros mucho mayores, ya que los retos ante los que me he enfrentado, sin tener orígenes sobrenaturales o venir de más allá de las estrellas, son iguales o más peligrosos, gracias al poder que los genera: la maldad humana.
Seres ambiciosos, sin moral, que van de simples rateros a narcotraficantes, secuestradores, tratantes de personas o traficantes de órganos, mucho más monstruosos que los que ostentan garras y colmillos, pelaje o escamas, y que pueden pasar ante nosotros como personas normales, sin darnos cuenta muchas veces ya hasta que es muy tarde, de la maldad que albergan sus corazones. Mentes brillantes que se han dejado cautivar por el lado oscuro, utilizando su genio para planear la dominación mundial.
¡Argh!, ¡rayos!, – acomodas tus costillas en un vendaje y las aprietas, es una curación en la cual te has vuelto un experto- ¡ahh!-suspiras con cierto alivio.
Tampoco he de negar que he estado a punto de caer en tentación; el mal tiene muchas caras y algunas de ellas son verdaderamente hermosas. Las vampiresas no necesariamente deben utilizar sus poderes hipnóticos para seducirte, en realidad se trata de mujeres muy bellas. Tan bellas como mortales, al igual que las marcianas metamórficas. Las brujas también son difíciles de evadir, y es que entre la hermosura y la exuberancia, realmente te sientes tentado, enfrentarlas sin caer, han sido quizás las batallas más difíciles que he librado.
Tercera Caída
No es fácil ser un héroe de tiempo completo; las 24 horas del día todos los días de tu existencia dedicados a defender al desvalido es algo a lo que sólo los héroes mitológicos podían dedicarse, no tienes la comodidad que te brinda una doble identidad…esta es tu verdadera vida.
Pero la satisfacción que te brinda el saber que haces el bien, que has salvado a muchas personas de peligros indescriptibles y el saberte querido, admirado y respetado por esa misma gente que agradece lo que has hecho por ella, te hace sentir que lo que haces realmente vale la pena, que tu lucha tiene sentido.
Ha llegado el momento de librar otra batalla, de enfrentarte a una entidad a la cual hay que tenerle respeto, una especie de Hidra multicèfala que ha llegado, en cierta forma, a convertirte en lo que eres.
Acomodas tu atuendo; atas tus botas y tu máscara, te enfundas en una vistosa capa que cubre tus heridas recién lamidas.
– Estoy preparado.
Te santiguas ante una imagen de la Virgen Morena, recorres un largo pasillo pasando entre murciélagos que penden de hilos, mujeres hermosas de preciosos cuerpos y bellos rostros, monstruos con piel de látex y escenarios de cartón- piedra, llegas al centro de un gran salón bien iluminado, en donde tu nombre se ha convertido en un rugido salido de la garganta del Monstruo de Mil Cabezas que te aclama como el héroe que eres, haciendo temblar el recinto; la Catedral de la Lucha Libre es tu santuario, subes al cuadrilátero convirtiéndolo en tu propio altar. Santificado sea tu nombre.