Por Lorena Loeza
KM 31-2: Sin retorno.. México (2016)
• Dir. Rigoberto Castañeda
• Reparto: Carlos Aragón, Verónica Merchant, Mauricio García Lozano, Adriá Collado.
En diferentes espacios, y siempre que hablamos de lo escaso en producción del género de terror mexicano, una pregunta frecuente es por qué se hacen tan pocas producciones y por qué no se filman buenas películas de terror en México. Teorías hay varias, pero hay una que queda muy bien para comentar esta película: el basarse en personajes producto de la leyenda popular y la tradición oral – la Llorona en este caso- permite interpretaciones diversas, no todas afortunadas ni sólidas como para llevarse con éxito a la pantalla grande.
La expectativa generada por una muy aceptable primera parte de esta historia y unos primeros 40 minutos de premisas interesantes, termina por perderse en huecos narrativos, lugares comunes y clichés importados que diluyen lo que parecía novedoso en esta propuesta. Sin pena ni gloria, confirma que no es un asunto sólo de efectos especiales, provocar miedo requiere también de una buena historia y una técnica narrativa que le permita al espectador ir de menos a más en el descubrimiento de misterios macabros relacionados con la convivencia entre vivos y muertos.
La cinta comienza después de los acontecimientos que vimos en la primera parte, donde se quedaron algunos temas abiertos. Ugalde, el polcía que fuera encargado del asunto, fue severamente señalado y cuestionado, por lo que finalmente cayó en una espiral de descrédito y depresión a causa de la cual tuvo hasta que abandonar su trabajo como agente.
Siete años después de aquello, Martín Ugalde es llamado de nuevo a prestar servicio, ante una serie de secuestros de niños que parecen tener relación con los acontecimientos del km 31. Es entonces cuando trata de revivirse y actualizarse la leyenda de la Llorona adaptada para el cine mexicano del siglo XXI.
Contradictoriamente es en este momento que la historia pierde fuerza, al apartarse del relato tradicional para construir al personaje al estilo de cine de terror hollywoodense: un alma malvada sin redención y en busca de venganza. Ese es un primer problema de adaptación del mito tradicional al cine, ya que La Llorona no es un ente malvado al estilo de Samara en El Aro – por ejemplo- es un alma atormentada por haber matado a sus hijos y condenada a penar por toda la eternidad.
La investigación de lo paranormal que se incluye en la cinta, es una mezcla entre Actividad Paranormal y los Cazafantasmas, lo que termina por caer en demasiados lugares comunes y clichés de sobra conocidos.
Pero también hay aciertos: Lo mejor de la cinta – algo bueno que se puede destacar- es la fotografía sin duda, y una dirección de arte volcada al art decó que es muy meritoria, mostrando espacios sofisticados y estilizados, además de las buenas actuaciones de Verónica Merchant y Carlos Aragón.
Sin embargo, un final flojo y poco contundente termina por hacer de esta una película muy regular, que finamente confirma que el horror en el cine tiene su ciencia, más allá de los efectos especiales. Sin mayores elogios, Lemon Films ya anuncia que habrá tercera parte. Advertidos quedan.