Sin duda alguna, y como hoy puntualizó Rafael Barajas «El Fisgón» en su entrevista en ForoTv, el tener un contacto con Carlos Monsiváis “no era meritorio de ninguna manera, pues en realidad Mosiváis era el que tenía contacto con todo mundo“… con todo México, con su cultura, con sus personajes, con sus ciudadanos.
Si bien no soy la voz autorizada para hablar de él, simplemente quiero compartir con ustedes unas anécdotas.
Descubrí a Carlos Monsiváis en la preparatoria, como muchos -cuando los maestros de sociología nos hacían leer sus textos- hubo uno que, en lo particular, llamo mi atención. Me refiero a Los Rituales del Caos, un texto en el que Carlos hablaba tan elocuentemente de todo eso que me llama la atención: los cómics, la lucha libre, el mundo.
Poco tiempo después, lo conocí en persona, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a cual acudía con cierta frecuencia.
Hace 10 años, cuando Uriel Galicia Hernández era rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, los maestros Francisco Serrano y Francisco Javier Beltrán, directores de la Facultad de Arquitectura y Humanidades respectivamente, me apoyaron en la organización del Primer Congreso Universitario del Cómic.
En dicho evento, Carlos Monsiváis participaría en el homenaje al maestro Gabriel Vargas. Desgraciadamente un contratiempo de último momento le impidió asistir, aún cuando muy amablemente envió un video con un saludo para todos los asistentes, en el que hablaba de la obra de Vargas.
A pocas semanas de aquello, y yo aún contrariado por su ausencia, me lo encontré en el homenaje que se le realizó en la FIL a otro grande: Sergio Pitol. Monsiváis se disculpó por no haber podido acompañarnos. Pitol, a su vez, invitó a Monsiváis a que me dedicara el libro «Los territorios del Viajero», que en ese momento traía en las manos.
Posteriormente, lo ví en algunos otros eventos, sobre todo los relacionados con La Familia Burrón. La última vez que lo ví en vivo fue cuando se inauguró la famosa banca en honor a los personajes de Gabriel Vargas. Carlos siempre fue muy despreocupado del protocolo, siempre supo distanciarse, cuando otros eran los protagonistas, algo que quizás yo comprendí hasta el día de hoy.
Descanse en paz, Carlos Monsiváis.