Muchos tuvieron el gusto de poder conocer y ver al maestro Valdiosera el pasado sábado 25 en el aniversario de Cómic´s Rock Show, pero quizás para muchos el maestro aún es una persona no muy conocida por ello decidimos re publicar una entrevista, que nos había concedido en la versión impresa de Súper Cómics hace un par de años, con una de las grandes leyendas de la historieta nacional.
“Me impactó el estilo de Milton Caniff”…
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¿Cómo nace el amor por las historietas en Ramón Valdiosera?
“Bueno yo tenía 15 años cuando le presenté una idea a Francisco Sayrols, que entonces publicaba ‘Paquito’. Yo era muy joven, y presenté una historia que ahora parece absurda: «La Orquídea Negra de Fu Manchú’, Don Francisco me dijo que ese nombre ya estaba registrado por un actor y que tendríamos problemas con los derechos, además de que la verdad era muy mala”. “Insistí con ellos, y como estaba de moda Milton Caniff y ‘Terry y los Piratas’, y toda esta influencia de los chinos, entonces hice ‘Clark en China’, que era un símil de esas grandes historias de ese hombre que sin duda ha sido el grande entre los grandes, esto hablamos fue en 1933 o 34”.
¿Su mayor influencia es Caniff?
“Yo de chamaco había visto las historias de ‘Mamerto’ y esos personajes con los que crecí, pero cuando llega ese estilo moderno de Caniff, me impactó, como ahora les sucede a los muchachos con el manga, que casi todos quieres dibujar en ese estilo”.
“Cuando tuve algo de dinero, formé Estudios América, de donde salieron Antonio Gutiérrez, eje de lo que tiempo después sería ‘Lagrimas Risas y Amor’ con la señora Vargas Dulché, Ángel Mora, que inmortalizará a ‘Chanoc’; Beicker, dibujante del ‘Monje Negro’; Pepe Suárez, que hizo ‘Alma Grande’; y por supuesto, el más grande dibujante que ha dado México: Pancho Flores”.
El objetivo era formar dibujantes, pero ¿cuándo surge la idea de hacer los servicios al estilo de los Estados Unidos?
“Al tener un grupo de buenos dibujantes, que cada día eran mejores, y el campo laboral en México era estrecho porque no existía más que el ‘Chamaco’, que estaba acaparado por Butze y Martínez, y ante la necesidad de buscar algo más, es cuando decido buscar trabajo para ellos al estilo norteamericano”.
¿Cómo fue esa aventura de ser uno de los más grandes formadores de historietistas de América Latina?
“Antes de eso fui director de ‘Chamaco Chico’. Logramos que la revista fuera diaria, cuando sólo se publicaba de lunes a viernes, el señor Herrerías piensa en que debo dirigirla y me da la coordinación artística, y entonces llevo a José G. Cruz a la revista y se inicia algo sin precedentes: una historieta diaria, con un tiraje que no lo ha tenido ninguna otra publicación del género, superior a 400 mil ejemplares diarios, de eso fue únicamente un año y medio, después me secuestra Valseca, para realizar el ‘Pepín’, que también lo hicimos diario”.
¿Y cuándo inicia la relación con Flores?
“Él se anexa a mi estudio cuando hace ‘Gitanillo’ para ‘Chamaco Chico’. Naturalmente cuando me voy a ‘Pepín’, lo adhiero al equipo, ya que su calidad era muy superior al promedio. El problema es que para él era sumamente difícil, se requiere mucha disciplina para esto, pero aun así ha sido el mejor de todos”. ¿Y cómo se dio aquello de las historietas en Estados Unidos?“Llevé originales de Flores y míos, en 1941, a la King Features, para hacer cómics allende nuestras fronteras. Estábamos apunto de firmar el contrato, pero la guerra con Japón le dio el traste a la firma, verás: Yo llegué allá un martes o miércoles, el director de arte me pidió que si podrías vernos el jueves o viernes, ‘Pero me va a estropear mi weekend’, dijo, y yo por torpeza y cortesía de latino, dije que no había problema, no firmé el contrato, anduve de turista y el domingo 7 de diciembre estando en el Museo Metropolitano, de repente suena una alarma y se oye la voz del presidente Roosevelt, quien dice: ‘¡Estados Unidos declara la guerra a Japón!’. Después de eso, nadie me recibió en el sindicato, hasta los diez días logré ver al director, después de dejarle varias notas y me dice: ‘¡Váyase a México, no creo que hagamos el cómic ni el próximo año!’. Así la idea de ‘Larry Knith’, se acabó, y así se suspendió aquel contrato”. “Al dejar la historieta, me enfoqué en el cine y en la moda”
¿Y fue castigado por esto, cierto? ¿Qué pasó con los Estudios América?
“Pues sí, los editores me castigan. A mi regreso a México, piensan que les quiero robar a sus dibujantes, pero al vetarme como editor, son lo editores los que me quitaron a mis dibujantes. Desgraciadamente la lealtad, en muchos está supeditada a sus necesidades, algo que es comprensible, porque yo no tenía forma de ofrecerles trabajo. Me consideraron un personaje peligroso, lo que no entendieron nunca es que ellos fueron el verdadero peligro, ellos asesinaron la historieta nacional, se volvieron ricos, pero no cultivaron nuevos valores. Hoy día se trabaja como cadena de producción, y eso impide que haya figuras de la historieta, se descabezan valores, ellos hundieron a la historieta. Me satanizan, me acusan de líder, en plan negativo, cuando yo lo único que pido son mejores condiciones de vida para mis dibujantes, yo les decía que teníamos necesidad de poder documentarnos mejor, de tener mejores materiales de trabajo, de pagar mejor a nuestros ayudantes. Los editores piensan que con eso me harían un mal al dejarme sin trabajo, pero hacen un gran favor, porque al dejar la historieta, yo miro al cine, gano Arieles con documentales, trabajo como director artístico en varios filmes. Muchos directores de filme me ven como un peligro, conozco el time-in de la historieta, conozco de la moda, conozco como pintor de las escenografías, pero lo más importante: conozco México, soy joven, agresivo, pero el medio del cine es aún más cerrado que el de las historietas”.
¿Y nunca más regresó a la historieta hasta que surgió la idea de Delmónicos, a mediados de los noventa?
“Esa fue una idea que tuve desde que tenía 16 años, un hombre de mundo, sabio de las artes amatorias, rodeado de sofisticación y como verás está también esa influencia china de la que hablaba en un principio. De hecho, lo que pretendía con esto cuando lo mostré, era sanear la porquería que hay hoy día en las historietas. De entrada, a los editores les gustó la idea, pues me propusieron que les mostrara cómo podría hacer un personaje sensual, sin tocar la vulgaridad. Yo quería una historia con ese ‘suspense’ que me caracteriza. En un principio las cosas iban bien, después me desvirtuó, me metieron albures y esas cosas; yo pedí que mejor me quitaran de los créditos, me molesta mucho la vulgaridad de los dizque adaptadores. Le dije a los Flores: ‘No soporto esta situación, les vendo el personaje y me retiro’. Me pagaron bien, pero el dinero no lo es todo, yo quiero que el día de mañana cuando uno de mis nietos diga: ‘Bueno, tenían sensualidad las historias del abuelo, pero nunca fue vulgar’. Siempre procuraré ser un señor. Para patanes, que salgan a la calle y ahí encontraran muchos”.
¿Cómo surgen esos famosos personajes taurinos de Oreja y Rabo?
“Bueno, lo que pasa es que yo viví las desventuras de ser un chamaco novillero, tuve la experiencia de torear grandes bestias; conozco bien ese medio, y la gran innovación que hago es hacer que mi héroe, Joselito, toree junto a los grandes de la época: Silverio Pérez o un Osorno o Briones que apenas iniciaban en estas lides. Agregué a esto a Ruano Yopis, el mejor pintor de Toros que ha existido, quien me hace apuntes como si él estuviera en una corrida viendo torear a mi héroe. Yo creo que esa novedad hecha hace 60 años, fue de lo más relevante, ya que ha ningún dibujante de la época se la había ocurrido que un personaje ficticio alternara con algunos de la realidad, claro ya después vemos que los Simpson lo hacen después de varios años, o así mismo gente como Cabezas, salido de mi estudio hace lo mismo en ‘Hermelinda Linda’. Son innovaciones que lo colocan a uno como un historietista de audacia y con mucha visión, por eso guardo mis apuntes, para testificar que fui un historietista muy avanzado para su época, mi sistema para hacer argumentos fue revolucionario en su momento”.
La carrera de Valdiosera, es tan abundante: los cómics, el cine, la promoción turística de México, los libros y la moda con la que alcanzó trascendencia internacional, ¿qué más se puede decir? ¿Qué nos falta de resaltar en esta pequeña charla?
“Como vez estoy trabajando durisimo con Medio Litro. Estoy terminando de escribir mis memorias, he escrito y colaborado en más de 10 libros. Creo que soy el único diseñador latinoamericano que ha presentado su obra en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York. He vestido gente como la señora Azcárraga, la señora Balleres, Rita Hepbum, Sonja Cleiner, Paulette Goddard, la esposa de Chaplin. He tenido una vida que yo siento, como todos, he pasado carencias. Procuro ser moderado en la abundancia, no soy gente que se compre fácilmente por algo, porque lo mismo he triunfado en el cine, en los toros, en la moda, como muralista, tengo capacidad, para mucho. Posiblemente no sea muy bueno, pero siempre hago mis cosas bien, me gusta el perfeccionismo, me gusta pensar en grande, ese es mi más notable mérito”.
El Mundo de Ramón Valdiosera también participará el sábado 1 de septiembre en el Coleccionista en México. Más información en esta página.