Ya a estas alturas las posturas a favor o en contra de la adaptación de Zach Snyder de Watchmen son mas que conocidas. A pesar de que DC Comics tiro 200.000 ejemplares más del tradepaperback a raíz del lanzamiento del trailer, y que los Smashing Punkings pusieron su rola en el top seller de iTunes, aun aparecen bastantes comentarios de las nuevas generaciones lectoras de comic que a opinión de algunos conocedores mas arcaicos no saben de lo que se pierden al evitar la lectura que les apetece como aburrida. También si no se puede apedrear algo que aun no esta hecho como es la película de la cual aun falta poco menos de un año para su estreno, quizá valga la pena exponer los motivos por los que Watchmen, el comic, es considerada una obra maestra del subgénero del superheroe, del medio historietístico y de la ficción en general. Luego, presento en 12 entregas los 12 motivos por los cuales es recomendable leer Watchmen antes de ver la película.
Razón número 1 : El contexto comiquero de los 80´s
La DC Comics siempre a sido una empresa que extrema las dos caras de la misma moneda. En favor del bien capital, vender comics (que a eso se dedican como empresa), la DC Comics ha mostrado a lo largo de su decenaria historia dos constanstes: la primera es la renovación cíclica de sus productos (personajes, títulos) buscando y alentando a creadores que tengan la capacidad de darle vuelta a la tortilla sin quemarse, y la segunda es la explotación mercantilista, amoral y cobarde de esos mismos talentos. Así paso en 1938 con la apropiación descarada de Superman, reconociendo de inmediato sus posibilidades económicas y arrebatandoselas de las manos a esos mocosos conocidos como Jerry Siegel y Joe Shuster. Watchmen, en 1986, con algunas taimadas diferencias, no fue un caso muy diferente.
A principios de los 80´s el corporativo de la DC Comics se da cuenta de la necesidad de renovar su línea de superhéroes para poder competir con la Marvel de Jim Shooter. La última ruptura en los personajes DC fue en la edad de plata de la mano de Julie Schwartz , pero ello ya había envejecido contrastantemente a lo que la Marvel hacia por aquellos momentos. La gerencia de la DC comenzo a afrontar los 80´s haciendo dos cosas: comprando los derechos de personajes publicados por compañias ya inexistentes, como la Charlton, y por otro lado comenzo a dar rienda suelta a sus editores y talentos para ver como podía fraguarse una modernización de la clásica fórmula superhéroica.
Esto derivo en la desición de cortar la continuidad sesentera de los personajes principales y empezar desde cero. Presisamente el Superman de Curt Swan se despidio con una historia de Alan Moore, ¿Y que sucedio con el hombre del mañana? para que John Byrne comenzara con la nueva de era del personaje. Por su parte, Wonder Woman fue puesta en las capaces manos de George Perez mientras que el Batman de la era de Dick Sprang ceso para que Deny O´Neil y Jim Aparo hicieran su ya clásica tirada, retomando mucho de lo propuesto por Neal Adams. Curiosamente, el nuevo Batman que saldría en compañía del Superman de Byrne originalmente estaba a manos del superestrella del momento, Frank Miller, pero su proyecto derivo en otra aventura que redituó bastante a la DC Comics conocida y leída por todo mundo como The Dark Knight Returns. Ya en esta línea fue cuando surgió la idea de sacarle provecho a los personajes de la Charlton (Uncle Sam, The Question, Blue Beetle, Black Condor) y es que un par de británicos, Alan Moore, ya conocido y alabado por su Swamp Thing, y Dave Gibbons el mejor dibujante de Green Lantern despues de Gil Kane, toman a los susodichos personajes para concpetualizar algo con ellos.
No paso mucho tiempo antes de que la plantilla editorial y los propios autores se dieran cuenta de que su rollo tiraba a una renovación algo radical y se decidió que tuvieran la libertad de recrear el asunto en personajes nuevos. Así Blue Beetle paso a ser Night Owl, The Question cambio a Rorschach, The Atom al Doc Manhattan, etc. Los propios Moore y Gibbons han declarado que no fue hasta el tercer número que se dieron cuenta de que su propio proyecto, Watchmen, se estaba convirtiendo en una cosa demasiado «especial».
Presentada como una maxiserie en 12 números entre 1985 y 1986, Watchmen, junto a la salida de The Dark Knight Returns de Miller, se convirtieron en la ruptura y renovación genérica que el coorpativo de Janette Kahn buscaba y de inmediato se convirtieron en clásicos instantaneos. Los frutos dados por los atrevimientos editoriales y creativos de la DC destantearon a la propia Marvel Comics (que respondieron con las infames Secret Wars II y el poco o nada exitoso New Universe), generaron más dinero del que esperaban e hicieron de sus respectivos autores superestrellas mediáticas de amplio reconocimiento.
Y aquí saltamos al lado opuesto de la moneda, el amargo, a esa libertad creativa que la DC otorgo a Alan Moore y Dave Gibbons. Los derechos de autor hacia los creadores aun estaban en pañales, aunque Moore y Miller eran muchísimo mas educados y alertas que aquellos primeros autores de los años 30, a raíz de lo que Neal Adams hizó, o trato de hacer, por Shuster, Siegel y Kirby. La DC Comics ofreció un contrato a Moore y Gibbons, descrito por este último, como algo bastante decente y nunca antes visto en su momento: la DC Comics no solo pagaría los ansiados royalties (porcentaje sobre ventas), sino que cedería los derechos de la obra, Watchmen, a sus autores en el momento en que estos dejaran de ser impresos a demanda de consumidores. Y el propio Gibbons diría «¿quién imaginaria que, aún 20 años despues, Watchmen no dejaría de imprimirse?». Esa es la gran molestia que Alan Moore tiene para con DC Comics, quiénes le aplicaron la misma tónica con V for Vendetta. Aunque por las ventas substanciosas del libro pudieramos suponer cierto comfort en la vida de Gibbons y Moore, tampoco es reprochable que este último denuncie a la DC Comics como una empresa hipócrita y eticamente despreciable, y por lo cual juró que jamas trabajaría con ellos de nueva cuenta (que indirectamente no cumplio con lo jurado con eso de la ABC Comics, aunque es otro menester).
A diferencia de Miller y su Batman, de los ruegos de Alex Ross o las millonarias propuestas de Paul Levitz, es sabido que no habrá jamás secuelas, precuelas, spin offs ni demas cosas mas allá de los 12 números originales de Watchmen ahora convertidos en novela gráfica (cosa que funciona bien, porque Watchmen es una obra concreta, planeada con un final y nada más), se antoja que la necedad de la película y su respectivo mercadeo (que incluyen 3 ediciones diferentes de la novela gráfica, un libro de arte, videojuego, figuras de acción, soundtrack y etc.) es una forma más de sacarle jugo a una obra maestra cuyo discurso, como el de toda buena obra, permanecera atemporal e imperecedero.
En la siguiente ocasión, la razón número 2 : Dave Gibbons