A la memoria de Albert Uderzo 1927-2020
En tiempos difíciles, siempre es un refugio volver a los recuerdos de lo que ha sido muy querido, formativo, enriquecedor, o simplemente, nos hizo reír. Ese es el lugar que ocupa el célebre cómic de Astérix y Obélix para mí, y seguramente para muchísimas personas en todo el mundo.
La historia que narra el cómic creado por René Goscinny y Albert Uderzo, es una maravilla de relato que atravesaba la diversidad y pluralidad de la cultura pop de múltiples maneras.
Los diferentes personajes, – imposible no identificarse con alguno- su respuesta chauvinista ante situaciones comunes a muchas culturas y el relato fantástico que combinaba sucesos históricos con pociones mágicas -aderezado todo con mucha diversión- poco a poco fue fascinando a gran parte del mundo, a juzgar por la creciente demanda por las entregas traducidas a más de 20 idiomas.
A partir del primer número “Asterix el galo” publicado en 1961, el fenómeno no dejó de crecer. 24 números fueron publicados hasta 1977, cuando Goscinny fallece. 8 más fueron publicados por Uderzo en solitario, y otros cuatro, firmados por Jean-Yves Ferry(guionista) y Didier Conrad (dibujante) completan la colección. Además, apenas el pasado 2019, se anunció la entrega de un nuevo número que por primera vez, tiene como heroína a una mujer.
El legado de la aldea irreductible y de sus héroes audaces y astutos, es digno de ser revalorado a la luz de los acontecimientos actuales. Las y los aguerridos galos que la conforman, son una magistral metáfora de las comunidades y pequeñas sociedades, las relaciones humanas y la respuesta colectiva ante las amenazas.
La aldea gala, es un perfecto (¿ferpecto quizás?) microcosmos que resistía frente al imperialismo – la globalización, dirán ahora algunos/as- y para ello echaba mano de sus estrategias provincianas, de sus saberes ancestrales, de su forma de ver el mundo y de entender la sobrevivencia.
Además, en su descripción, no era muy diferente de cualquier otro conglomerado humano: había envidias, chismes, luchas de poder, incluso desconfianza hacia lo extraño…pero también unidad en los tiempos difíciles, lo cual era en realidad, un arma secreta mucho más efectiva que la famosa poción mágica.
Como ese, hay muchos y muy variados mensajes de cómo oponerse con astucia e inteligencia al desprecio por los saberes comunitarios en aras de progreso y la modernidad. Hoy mismo hay personas pensando si acaso no será volviendo a lo básico, a lo comunitario, el mejor modo de encontrar fortalezas para la supervivencia de la humanidad.
Hoy, esa aldea que “resiste siempre al invasor”, es posible encontrarla en muchos otros espacios de rebeldía. Desde las y los vecinos que cantan en sus balcones para no sentirse tan aislados por la cuarentena, hasta comunidades que defienden sus recursos de la depredación empresarial. Hoy no solamente “están locos esos romanos”: el imperio toma formas diversas, a las que es necesario combatir desde la horizontalidad.
Ahora sabemos que la poción mágica que brinda una fuerza sobrehumana, está dentro de nosotros mismos. Por eso hoy que vivimos una realidad donde siempre estamos al borde la catástrofe, es bueno recordar que siempre podremos invocar a Tutatis, cuando sintamos que el cielo está a punto de caer sobre nuestras cabezas.