La vez que descubrí a Los Avengers tenía cuatro o cinco años. Fue mi abuelo quien me los presentó, y no sabía lo que estaba desencadenando.
Eran los tiempos de Novedades Editores. Cinco números de la época clásica de Marvel cada semana. Estoy seguro de que el abuelo no tenía idea de quiénes eran los personajes, pero sabía que me gustaban los cuentos y siempre tenía uno nuevo para mí cada vez que pasaba por el puesto de revistas. Y la primera vez que ví a los tales Vengadores, fue quizá en el mejor ejemplar posible, el número cuatro, con el regreso del Capitán América.
Yo no tenía idea de quién era ninguno de ellos. Pero, por favor… ¿Un gigante, un Superman con Martillo, una mujer en miniatura y un hombre en armadura, descongelando a un hombre con un escudo? ¿Diciendo que era la leyenda de la Segunda Guerra Mundial, perdida por veinte años? ¿Y en los siguientes números, el Sub-Marinero, un Hombre Radiactivo? ¿El hombre de la armadura a punto de morir cada número a menos que se conectara una batería al corazón? ¿Y ese Hulk era el mismo de la televisión?
Estaba fascinado. No podía esperar a la siguiente semana.
Por conjunción cósmica, (o mercadotecnia, más bien) en esos tiempos empezaron a circular en TV los Súperhéroes, que además de una canción inolvidable tenían las más fieles adaptaciones de los Vengadores. Fieles porque recortaban los dibujos de Jack Kirby y los animaban limitadamente en una extraña premonición de Flash. Eran suficiente. No sé cuántos escudos de cartón del Capitán América o cuantos intentos de casco de Thor hice en mis ratos libres. Pero eran los cómics los que iban más allá. Aún entonces veía los intentos de animación (o la inolvidable, en el peor sentido de la palabra, película del Cap con escudo transparente), y pensaba: esto podría ser mucho mejor.
Los héroes más poderosos sobre la Tierra. ¿Quién podría estar a la altura del reto?
He estado escuchando el anuncio de la muerte de las películas de superhéroes desde que se convirtieron en su propio género, hace más de diez años, cuando Blade volteó un para de miradas, X-Men unas cuantas más, y Spider-Man todas las que faltaban. Primero eran algo tremendamente poderoso por la novedad, después comenzaron a tomar riesgos, después inevitablemente se volvieron formulaicas. Llegó el momento de lo impensable, había tantas que uno podía NO ir a ver alguna. Y después de cada Elektra, Punisher, Catwoman, Superman Returns o Green Lantern escuchaba a las voces de la seriedad y la madurez diciendo: se los dijimos, los superhéroes están muertos, ya pasó la moda, ya olvídenlos.
Pero hay alguien en Marvel que tiene una gran visión o un increíble sentido para los negocios… pero quiero pensar que tiene un profundo amor por esas grandes ideas que nos hicieron soñar la primera vez que abrimos uno de esos panfletos de cuatro colores y nos preguntamos: ¿qué se sentirá ponerse esa armadura o volar con ese martillo?
En mi humilde opinión, la película que desencadenó todo el potencial del género fue Iron Man. Sí, la mayor parte del mérito fue el carisma y morbo detrás de Robert Downey Jr, pero, a diferencia de todos los demás grandes éxitos (porque incluso X-Men había tenido bastantes incursiones en caricaturas), este era un personaje que para el 95% de la humanidad era totalmente desconocido, al que había que darle un origen, una motivación y una personalidad que atrapara en una sola oportunidad. Y lo lograron mágicamente, hasta ponerlo al nivel de Superman o Spider-Man en la memoria colectiva. Y ese final…
Sí, yo me paralicé cuando escuché «La Iniciativa Avengers».
Pero instantáneamente dije: No, jamás van a hacerlo. Jamás han podido hacer una película de La Liga de la Justicia, ¿y se atreverían a hacerlo con todos estos desconocidos?
Y apareció otro Hulk que borró los pésimos recuerdos de la aberración de Ang Lee. Con otra escena impensable al final. ¿Iron Man, qué no era de un estudio rival?
Y otro Iron Man.
Y Thor.
Y el Capitán América. Cada una con una pieza más del rompecabezas.
Y en ese punto, otra vez las voces se alzaron para hablar de la sobresaturación del género… aquí va, está a punto de morir, olvídenlo.
Y entonces, Joss Whedon se atrevió, y aceptó el reto imposible. Lo que nunca se había hecho. Joss Whedon, que no sólo es responsable de un par de las mejores series televisivas de la historia, Buffy y Firefly, y un puñado de cómics excelentes, sino que es uno de nosotros. Un Geek. Que está en el negocio por el amor a los personajes y a las grandes historias, y que demuestra su amor creando grandes personajes y contando grandes historias. Le dieron los más grandes juguetes en el arsenal, y le dieron rienda suelta. Quisiera haber estado en esa junta. Sólo imaginen. Joss, tenemos aquí todas nuestras grandes franquicias, todo en lo que hemos trabajado durante décadas. ¿Quieres hacer algo con todos ellos?
No hizo algo. Hizo algo ENORME.
Hay algo crucial en las películas de súperhéroes. O en cualquier película. Tienes que creerte la situación, y te tiene que importar lo que le pase a los personajes. Sin esos elementos, la película está perdida.
En este caso, en el primer momento se cumplen con creces. Y durante más de dos horas, no hay un instante de desperdicio, y el asombro sólo sigue aumentando.
La trama es tan sencilla como han dicho todas las reseñas (pero yo no pienso «spoilear»… eso es un crimen mortal). Loki se alía con una raza extraterrestre para invadir la Tierra. Los Vengadores se unen para detenerlo.
Así de simple, así de difícil.
Desde el principio uno se fascina con esta gente extraordinaria, que tiene problemas e inseguridades tan similares a las nuestras. Whedon sabe manejar a los grandes elencos como nadie, dándole a cada quién un sentido y una personalidad y un viaje particular. Lo hizo con la banda de Sunnydale y con la tripulación del Serenity. Aquí hace lo mismo, a una escala un poco mayor.
Nunca pierde tiempo. Cada escena cuenta. Cada una revela algo vital sobre la historia o sobre el personaje. ¿Para qué decirte que Nick Fury es un manipulador maquiavélico, si puedes ver lo que logra con una tarjeta? ¿O que Black Widow es la más grande espía del mundo, si te puede demostrar su versión de un interrogatorio?
Esta es una película sobre los personajes. Cada uno tiene su momento de brillar. Y cada uno tiene su puñados de líneas Whedonescas inolvidables. ¿Grandes actores? MARAVILLOSOS actores. Tom Hiddelston crea un Loki perfecto, con toda la maldad y sonrisa demoníaca de la versión impresa, pero sin volverlo una caricatura ni por un instante. Los dos Chris (Hemsworth y Evans) están tan cómodos en sus respectivos Dios del Trueno y Súper Soldado que es una grosería pensar que hubieran considerado a otros para dichos papeles. Scarlett Johannson es todo lo que esperarían de ella, y Jeremmy Renner logra hacer fascinante a Hawkeye. Robert Downey, por supuesto, tiene a Stark tatuado en toda su persona, y se roba cada escena en la que está…
…excepto cuando aparece Mark Ruffalo.
Sí, fuí de los que pusieron el grito en el cielo cuando dijeron que Edward Norton no iba a repetir su Bruce Banner. Dije entonces: ya estuvo, el primer error fatal, esta película ya es fué al demonio.
Y después de la presentación del nuevo Banner pensé… ¿Edward QUÉ?
Si los personajes se construyen con grandes diálogos y grandes escenas, cada uno de los Avengers tiene una docena o más. Muchas frases se volverán clásicas de inmediato. «Es Adoptado». «Sólo hay un Dios, y estoy seguro de que no se viste así». «Avísame si el Gran Poder quiere una revista o algo» «Tenemos un Hulk.»
Si las películas se construyen uno o dos grandes momentos, aquí hay suficientes para cincuenta películas. ¿Las batallas que jamás creímos ver de — contra —-? ¿Las fricciones a escala súperhumana que sólo pueden verse a ese nivel? ¿Una invasión que hace que Transformers parezca película independiente? ¿Una puerta dimensional… que no cuestionas por un instante, sino que tiene perfecto sentido junto a todo lo demás?
¿Qué es lo especial en esta película, cuando ya hemos visto infinidad de hazañas imposibles en cine? ¿Cuando los efectos especiales y la tecnología permiten ver prácticamente todo?
Lo especial es que desde el principio, con unas cuantas escenas precisas y bien manejadas, estos semidioses, súper humanos y monstruos se vuelven tus amigos. Ríes con ellos, lloras con ellos, quieres que salven el día, sufres con sus derrotas.
Y a los amigos quieres verlos ganar.
Es muy diferente ver una impresionante invasión (que hemos visto treinta veces) cuando estás totalmente comprometido con los héroes. Cuando llegas a esa zona emocional en la que quieres que el Capitán América acepte que es un líder, o que Tony Stark aprenda a jugar en equipo, o que Thor comprenda que el problema es mayor a un simple asunto familiar. Cuando aparecen las naves nodrizas imparables y te dejan helado. (que alguien debería mencionar que son idénticas a los Ceta-Cyborgs de Juan Gimenez y Jodorowsky). Cuando descubrimos qué es un Mark VII o lo que realmente puede hacer una Súper Espía sin poderes. Cuando te olvidaste del cinismo y el afán de criticar para sólo aceptar que no hay nada más grandioso de ver que un equipo de súperhéroes haciendo lo que mejor saben hacer: luchar contra lo impensable para lograr lo imposible.
Cuando te enteras del Secreto de Hulk, y simplemente el cine EXPLOTA.
Se necesitaría estar muy peleado con la vida y prácticamente muerto por dentro para no encontrar cien momentos de placer en esta película. Es grandiosa sin importar el género. Tiene un viaje para cada personaje y todos merecen llegar a término. Tiene una escala que no cabe en la pantalla y un ritmo no apto para cardíacos. No veo cómo podrían superar esta experiencia…
Hasta Avengers 2, por supuesto.
En este momento estoy completamente en paz con ese niño de cinco años que leyó por primera vez: «Vengadores Unidos».
Creo que se merece ir otra vez a ver la película. O varias. Creo que se merece muchas más películas de súperhéroes, hechas por gente comprometida, que sabe que diversión, inteligencia y respeto por la audiencia son partes del mismo todo. Avengers es, en este momento, la película más poderosa del planeta, y no dudo que nos ha dado bastante impulso para otros veinte años.
Eso es.