
En el más número 436 de Súper Luchas aparecieron publicadas estas calaveritas, las cuales dejamos para recordar este día.
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Doña Muerte, acongojada,
en la México, por fuera,
esperaba, ya vetada,
a su víctima primera.
Porque no podía entrar
a decirles sus verdades:
“La tengo que aniquilar
¡Sandra Granados me evade!”.
Pero salió la mandona,
y la esperaba el Barzón.
Tony ayudó a la pelona
para mandarla al panteón.
Paco Alonso los veía,
pero no entendía del todo.
El buen señor no sabía
que hay empleados peor que el lodo
“¿Por qué no me has programado?”,
dijo la muerte enojada.
– ¡A mí no me han informado!
– ¿Programación no hace nada?
“Vente conmigo, Paquito,
vámonos para el panteón.
Allá programas solito
y te olvidas del montón”.
Caminando iba la flaca,
buscando a Dorian Roldán.
Desprevenido, lo ataca,
pero un susto a ella le dan.
Le dieron una tranquiza,
que de verla daba pena,
con la urna de cenizas,
del finado Antonio Peña.
Mejor huyó del lugar
navegando en una barca.

¡Pero a quién se fue a topar!
¡Nada menos que a La Parka!
“Ahora que ya eres bien rudo
a LA Park has de ganarle”.
La Parka fue, como pudo,
pero comenzó a bailarle.
Inició gran zafarrancho.
¡La huesuda disfrutaba!
Mejor los llevó pal rancho,
y allá siguen la bailada.
Pero Octagón salió al quite:
“Échenme aire, soy rudo”.
Lo amarraron del mezquite.
Nunca supo quitar nudos.
La muerte se fue al gabacho,
porque por más que intentara,
en México ya estaba gacho,
y ahora iba por Sin Cara.
Cuando se echó al susodicho
y cantaba victoriosa,
se sintió como cual bicho:
¡Se disparó su glucosa!
Se equivocó de Sin Cara:
¡Había enterrado al malvado!
Mientras el de azul declara:
“El éxito ha comenzado”.
Se enojó la muerte y vio
mucha sangre anonadada.
“IWL”, esbozó.
“Hay que ver a la encargada”.
“Richter, ocupo un favor:
Presénteme a Mad Man Pondo,
Pa’ difundir el pavor…
¡Si no, te entierro bien hondo!”
Valerie estaba negada
a trabajar para esa.
Hoy descansa, ya enterrada,
con la porra, allá por Neza.
Terminé y salí vivito,
y pude acabar con esto,
pues no llegó ni un muertito,
así que se quede Ernesto.
Porque si le mueves a algo,
te delato con la muerte,
de la revista me salgo,
y eso va a doler muy fuerte.
No es cierto, estoy cotorreando.
¡Aquí no ha pasado nada!
Si la muerte anda rondando,
¡que me lleve la chiflada!