Aún cuando no pudieron acudir al noveno aniversario del Museo de la Caricatura y la Historieta Joaquin Cervantes Bassoco, los caricaturistas de La Pluma Comic de Costa Rica, enviaron este mensaje, el cual, reproducimos a continuación. Además de la caricatura de Rafa, que sirvió como marco a los reconocimientos que se entregaron ese día.
- Un saludo en el acto inaugural del IX Aniversario del museo MUCAHI
Con el gran dolor de no poder acompañarlos de cuerpo presente (como eran nuestros mas entusiastas propósitos) por inconvenientes de última hora, los integrantes del movimiento artístico cultural costarricense “La Pluma Cómic” (división de La Pluma Sonriente) nos sentimos muy honrados de poder participar, con nuestras obras, en el merecido homenaje que, en el marco de su IX Aniversario, el Museo de la Caricatura y la Historieta MUCAHI le hace a los grandes maestros de la historieta mexicana Pedro Zapiain, Ángel Mora y Joaquín Cervantes Bassoco con motivo de celebrarse el 50 aniversario de sus celebérrimas creaciones “Chanoc, Aventuras de mar y selva” y “TAWA el hombre gacela”, historietas que no solo marcaron todo un hito en la historieta latinoamericana y mundial sino que sirvieron de fuente de inspiración artística a los dibujantes que, como una gran parte de los integrante de “La Pluma Cómic”, vivimos nuestra infancia a finales de los años 50 o comienzos de los 60.
Fue una especie de “Época de Oro” en la que las historietas mexicanas de las editoriales Novaro, Ediciones José G. Cruz y Publicaciones Herrerías (entre algunas otras) inundaban el mercado latinoamericano con un variado menú de revistas de todo género y formato, estimulando el imaginario colectivo de los chicos de entonces con títulos tales como “Los Supersabios”, “Santo el enmascarado de plata”, “Alma grande el yaki justiciero”, “Joyas de la Mitología”, “Vidas Ilustres” “Memín Pinguín” y, por supuesto, “Tawa el hombre gacela” y Chanoc, aventuras de mar y selva”.
Estas dos últimas tuvieron la virtud de ir mas allá de lo meramente lúdico aportándonos, en el interín de la diversión, conocimientos que rebasaban el acervo cultural de nuestras edades, causando el asombro de padres y maestros y una cierta envidia entre algunos compañeritos de clases.
Al respecto el amigo Juan Díaz (autor de la tira “Glupy”) nos recuerda la ocasión en que, en una clase de ciencias naturales, el profesor le preguntó a los alumnos si alguno sabía lo que era un cachalote. Sin pensarlo dos veces, el pequeño Juan se puso de pie y le brindó al aula una pormenorizada explicación sobre lo que era este enorme mamífero marino, tan perseguido por los pescadores por la gran cantidad de grasa que albergaba en su gran cabeza y los récords de profundidad que alcanzaba al sumergirse en el océano. Con la boca abierta, el profesor le preguntó al joven alumno que de donde había obtenido tanta información. Orondo, Juan le contestó: “En la historieta de Chanoc… ¿la ha leído usted profe?. En mi caso recuerdo la explicación que le di en cierta ocasión a mis dos hermanos mayores sobre la forma cuidadosa en que un buzo debía ascender a la superficie “para evitar la oxigenación de la sangre”. ¿Y donde aprendiste eso? me preguntaron. En los “paquitos” de Chanoc, les dije, como si nada. (“Paquitos” era como se llamaba –o aún se llama– a las historietas en mi Barranquilla natal)
Sin duda alguna las “aventuras de mar y selva” del heroico pescador del puerto de Ixtac y las hazañas del hombre gacela en plena jungla se adelantaron en muchos años en su función educadora sobre el mundo natural, al Discovery Channel y a las series de la National Geographic, con la ventaja que, además de instruirnos, historietas como Chanoc o Tawa nos hacían reír y divertirnos a mas no poder y nos brindaban el “placer agregado” de gozar con el intercambio de los ejemplares ya leídos, con los amiguitos de la cuadra o en la función de “vespertina” del cine del barrio.
Los que vivimos la emoción de una mágica infancia plagada de personajes heroicos como los ya citados, los cuales nos sirvieron de arquetipos, inspiradores de los importantes valores de la nobleza, el heroísmo y el respeto por el mundo natural y que, con sus “subliminales” aportes educativos cimentaron nuestro bagaje cultural y nuestro interés por la lectura desde esos tempranos años, podemos dar fe de la profunda huella que historietas como Tawa o Chanoc dejaron en nuestro imaginario mental y nuestra visión del mundo natural, más allá de lo que en nuestros juegos de niños pudimos alguna vez vislumbrar en nuestra vida de hombres adultos.
Por todo lo anterior, maestros como don Ángel Mora, don Pedro Zapiain, don Joaquin Cervantes Bassoco y muchos otros de la historieta mexicana, merecen de nosotros nuestro mayor respeto y admiración por los invaluables aportes educativos recibidos a través de sus creaciones en nuestros años de infancia y por la inspiración dada para iniciarnos en el difícil arte de la historieta gráfica.
Esperamos en un futuro próximo poder compartir muestras de intercambio con los amigos responsables del museo MUCAHI. Para su director Rubén Eduardo Soto Diaz van nuestro mas sinceros agradecimientos al habernos concedido el honor de poder participar con nuestras obras en este importante homenaje a tan grandes maestros.
- Cordialmente:
- Oscar Sierra Quintero
- Director de La Pluma Sonriente & La Pluma Cómic
- San José, Costa Rica