México, 2024.
Dir. Edgar San Juan
Reparto: Andrea Arcangeli, Esmeralda Pimentel, Miguel Rodarte, Karla Sevilla.
El sólo nombre de Luis Spota – autor de la novela que fue adaptada para esta cinta- esa suficiente para generar grandes expectativas. Escritor, periodista, guionista y cineasta, no es la primera vez que la obra de Spota es llevada a la gran pantalla, aunque si es la primera vez que ésta, una de sus obras mas conocidas y apreciadas por el público, es adaptada para su versión cinematográfica.
Edgar San Juan demuestra haber leído la novela con el debido cuidado, y haber encontrado los elementos que no sólo darían como resultado una buena adaptación, sino aquellos recovecos que permitirían desarrollar una historia creíble en la actualidad, cuando ya existen las redes sociales y las personas viven en un mundo donde las apariencias y las banalidades mandan.
Es así que la cinta desarrolla el elemento clave que en el mundo actual, posibilita que suceda una historia como ésta, en donde cualquier persona se convierta en celebridad, en modelo aspiracional e influencer. Este sólo hecho ya habla de una reflexión creativa, que le permite a la historia rejuvenecer para una nueva mirada.
La cinta nos presenta a Amadeo Padula, un chico de barriadas pobres en Italia, que por azares del destino logra hacerse pasar por Ugo Conti, un conde europeo de rancio abolengo.
En México, la idea de hacer amistad y hasta emparentar con la realeza se convierte en un gran atractivo para un político poderoso y su hija, adepta a publicar su vida de privilegio en redes sociales. El plan parece ir de maravilla, hasta que el propio Ugo Conti se topa con alguien cercana a ese círculo social y político que conoce toda la verdad.
Como en la novela original, el propósito es evidenciar el malinchismo, la hipocresía, la banalidad de las clases políticas y adineradas de México. El actualizar la historia en un mundo donde existen los influencers y las redes sociales, sólo confirma que no hay nada nuevo bajo el sol, salvo los instantáneos medios actuales de exposición mediática.
También introduce de manera más explícita la línea acerca de la corrupción, que tampoco es nueva, pero sí más burda y voraz. En ese sentido, puede que la adaptación de la novela no guste a quienes la leyeron cuando fue publicada, o tenían una idea diferente de la historia original en los años 50, pero es de reconocerse el esfuerzo de contar algo diferente para los públicos contemporáneos, a la vez que es triste comprobar que hay viejos vicios que son difíciles de erradicar.
Las actuaciones de Andrea Angelli y Esmeralda Pimentel dan soporte a la historia, ambos logran llevar a buen puerto los arcos narrativos y las transformaciones tan complejas que viven sus personajes.
Miguel Rodarte, por su parte, hace lo que sabe hacer sintiéndose más que cómodo en un papel que le viene bien y al que le saca el mejor provecho posible.
Al final, Edgar San Juan logra colocar la reflexión de que antes y ahora, la ambición es capaz de cualquier cosa. Quizás Luis Spota se proponía una moraleja mucho más compleja, pero lo que se nos ofrece en esta cinta al final sigue siendo atemporal: Nada es lo que parece en mundo donde abundan los vendedores de sueños de opio.