El periodista dominicano, Carlos Francisco Elías ha publicado algunos puntos muy interesantes sobre la actual oleada de películas de hereos de los cómics o asociados a ellos.
Por esas razones y más, hoy la industria del entretenimiento tiene roles centralizados, dirigidos a millones de mortales condicionados para la evasión, preparados para creer en héroes salvadores, nacidos en el cine, la televisión o las historietas (cartoon, comic) que dominicanos y dominicanas llaman muñequitos.
Todo eso sucede cuando el desconsuelo de la realidad agota toda ilusión posible y el planeta, bajo signo de enfermedad ecológica irreversible, trabaja, sin mala fe previa, para el luto como signo de cansancio y futilidad.
Es en este contexto que hace semanas, para ponerme al día con el cine malo, he visto la ultima entrega de la serie Indiana Jones, quien como superhéroe, en este momento, debería estar en Wall Street, usando el látigo e investigando el lenguaje de los comodity, dónde viven los que compran y venden un petróleo que nunca les manchará sus manos.
Indy, para sus íntimos de tragos, subido en una mesa reclamando razones sobre este aluvión de tormentos que sacude al mundo, se vería muy bonito, ahora que un lamentable y recio reflujo público perturba muchedumbres antiglobalizadoras y ecologistas, cuyo folclor urbano, de neta influencia de final de la década del 60, se recuerda.En esa necesidad del retorno de los super-hèroes que el imaginario popular de las sociedades post-industriales, hace posible y rentable, el nuevo Indiana Jones, que para quienes gustan del cine de evasión sin la menor lectura ulterior posible, es un plato fuerte a seguir, demuestra una vez más que lo mejor de la evasión, justamente, es que es ciega y viaja en letargo laberíntico.
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