Desde hace tiempo Disney y Hollywood en general, habían notado que al público le gustan más las y los villanos, que héroes, princesas y demás. Basta con mirar las altas ventas de juguetes, playeras y demás artículos de colección con estos personajes que se vendían más – y a veces más caros- que los de “los buenos” de las películas.
Es así que Darth Vader, Maléfica, Úrsula o Skar se robaban los protagónicos de sus respectivas historias y opacaban rotundamente a las y los protagonistas con una mejor imagen, diálogos grandiosos y actuaciones memorables.
La idea de contar las historias de los personajes antagónicos y las razones de su maldad, no es nueva y tampoco empieza con Maléfica (R.Stromberg, 2014), que quizás sea el referente más inmediato para esta película. Ya antes habíamos visto la infancia de Dart Vader (Star Wars Episodio 1. G. Lucas, 1999) y su camino para convertirse en el símbolo del lado oscuro en todo el universo.
Lo que quedaba claro, entonces y ahora, es que tomar a estos personajes y contar su historia les permitía la construcción de películas alternativas a las ya clásicas y conocidas, y brindaba la oportunidad de construir personajes más complejos, que lograran tocar las fibras sensibles de un público, ahora adulto, que creció con estas historias.
Apostándole a un éxito seguro, Disney lanza ahora la historia de Cruella DeVille, la malvada villana de 101 Dálmatas, tomando en cuenta los aprendizajes de cintas como la mencionada Maléfica o El Guasón (T.Phillips, 2019).
Y la verdad es que la fórmula mejora, presentándonos a una Cruella fiel a su naturaleza (interpretada por una sorprendente Emma Stone). Es importante decir aquí ya no tratan de justificar o humanizar la locura de nadie, sino de aceptarla e integrarla como parte de la esencia misma del personaje.

Con referencias claras a la mencionada Guasón, y al Diablo viste a la moda (Devil wears Prada, D. Frankel 2006), nadie podría decir que es absolutamente novedosa, aunque juega sus cartas de presentación con cierto estilo, devolviendo un producto redondo y balanceado. Mención especial y aparte merecen las referencias claras – ¿quizás homenajes?- a Glenn Close, que ya se había metido en la piel de personaje de la propia Cruella e interpretado a una malvada e icónica Miranda Priestley (muy ligada la personaje de Emma Thompson) además de que casualmente, es productora ejecutiva de la cinta.
Por otra parte, siguiendo con los aciertos en la producción, hay que mencionar el cuidado en la elección del soundtrack, el diseño deslumbrante de vestuario y la fotografía, que nos recuerda que el cine es un arte complejo y colaborativo, donde cada detalle cuenta.
Mucho mejor que otros fallidos intentos live action, y mostrando que se aprende d ellos errores, Disney parece haber logrado mejorar su fórmula original. Es así que le apuesta a lo seguro, no arriesga de más y nos advierte que vendrán más cómo ésta. Si, señores y señoras. La era dorada de la villanía, parece que no ha hecho más que comenzar.