Por Lorena Loeza
Doctor Strange. USA (2016)
- Scott Derrickson
- Reparto: Benedict Cumberbatch, Rachel McAdams, Tilda Swinton, Mads Mikkelsen, Chiwetel Ejiofor, Benedict Wong.
“No quiero creer. Quiero saber.”
Carl Sagan
Llega por fin y después de una larga espera lo que prometieron como una gran superproducción, encargada de introducir al universo fílmico de Marvel un personaje nuevo, el Hechicero Supremo Dr. Strange. Hay que decir que cumplieron. No sólo se trata de una de las más cuidadas producciones en materia de efectos especiales, también destaca en el producto final, un guión inteligente y divertido y las muy buenas actuaciones de un elenco de primera clase.
Dr. Strange es de hecho un personaje complejo. Si bien comparte muchas de las características de otros personajes de Marvel y del imaginario de Stan Lee, se trata del único super héroe que se sitúa entre lo místico y lo espiritual. Sus batallas son existenciales tanto en la realidad como en los hechos fantásticos, librando una cruenta batalla contra el ego y la soberbia mientras trata de salvar al mundo de ser destruido por la dimensión oscura.
La historia nos sitúa al inicio, cuando Stephen Strange es un destacado neurocirujano, soberbio y arrogante, que confía en su memoria fotográfica y en sus propias habilidades para ser exitoso y reconocido, aunque poco apreciado a su alrededor. Strange ya era un héroe de algún modo al salvar vidas con su ciencia, al ser un incansable buscador de la verdad por la vía fáctica y científica. Sin embargo, hace falta más que eso para ser un súper héroe y es justo en ese momento que la historia se vuelve interesante.
A causa de un accidente automovilístico, Strange se enfrenta por primera vez a su vulnerabilidad y comprueba que sus métodos de conocer y entender el mundo no son suficientes para superar una crisis como la que vive, quedando con las manos inutilizables. Y en realidad ésta es la parte interesante e intimista del personaje, que comparte con otros personajes de Marvel la característica de ser virtuosos en el arte y la ciencia, pero nunca haber comprendido en realidad para lo que sirve el uso y comprensión de semejantes ventajas. La curiosidad científica de Bruce Banner o el reto de un gran – por ejemplo- para Strange resulta en un viaje interno de dominio y control de los propios demonios, pero también un reconocimiento de que al conocimiento se llega de muchas maneras y no sólo de las tradicionales y conocidas.
El Dr. Strange se convierte ante nuestros ojos en una especie de “escéptico místico” tratando de superar sus propias limitaciones y reconociéndose acabado e imperfecto. Hacía mucho que no veíamos en el cine de super héroes este tipo de transformación en medio de dilemas complejos, lo cual sin duda indica que Marvel Studios – de la mano de Disney- está empezando a tomar nuevos riesgos, en propuestas menos acartonadas y encasilladas en la rigidez del heroísmo sin cuestionamientos.
Finalmente, hay que decir que además de lo anterior, un gran acierto de la cinta es tratar temas tan complejos -como la búsqueda del equilibrio entre la mente y el espíritu- sin escatimar la parte divertida e imprimiendo sarcasmo y humor negro a las líneas de diálogo. Incluso el mensaje “new age” de abrir la mente y ser humilde al reconocer que tienes limitaciones y pocas respuestas, se expone sin sermones ni solemnidades, lo cual se agradece al tener como resultado una cinta enormemente divertida.
Por supuesto los fans no extrañarán el cameo de Stan Lee (éste en particular también es revelador, acorde al espíritu de la cinta) y las escenas finales (dos en esta ocasión) que conectan con otras realidades alternas del Universo Marvel y que parecen cumplir con nuestra más ferviente esperanza de que esta historia continuará. No se la pierdan.