Norma Lorena Loeza
Rings.USA( 2017)
- Francisco Javier Gutiérrez
- Reparto: Matilda Anna Ingrid Lutz, Alex Roe, Johnny Galecki, Vincent D´Onofrio
Hace casi veinte años, que el cine de horror japonés sorprendía al mundo, con una aterradora propuesta que llevaba el cine de los sobrenatural a un nuevo nivel, en donde la venganza de las almas atormentadas en vida utilizaba modernas tecnologías (de esa época) para cobrar las vidas de todas las personas que tuvieran la mala fortuna de cruzarse en su venganza.
Ringu (H. Nakata, 1998) mostraba al mundo nuevas premisas a las tradicionales, donde se planteaba la existencia del más allá y de la vida después de la muerte, desde una perspectiva que resultaba extraña para occidente. En años recientes la falta de historias originales y terroríficas para llevar a la pantalla llevó a los estudios hollywoodenses a voltear la mirada hacia el lejano oriente. Herederos de la narrativa del manga, la plástica visual – que tan bien le resulta a Kurosawa para hacer “Los sueños”- y con historias renovadas acerca de la relación de los muertos con los vivos, productores y directores norteamericanos seducidos por tan interesante fenómeno, se dedicaron a traducirlo al lenguaje que usan (o usaban) para contar relatos de terror en la industria norteamericana.
Y es que Hollywood ya lo había intentado todo: series eternas de sicópatas que nunca mueren, monstruos clásicos, vampiros, zombies, experimentos genéticos, exorcismos y posesiones, ¡vaya! hasta la búsqueda en vivo y en directo de una misteriosa bruja y la seductora leyenda de “basada en un hecho real.” Un público cada vez más exigente y ávido de historias que verdaderamente lo sorprendan, estaba dejando de considerar el género de terror como una verdadera opción de entretenimiento.
Es entonces cuando descubren el enorme fenómeno que representan en Japón las historias de horror. El Aro (Ringu) ya era todo un fenómeno en tierras niponas cuando es descubierto por Hollywood. Para cuando se hace la versión de El Aro (The Ring, G. Verbinski,2002)) en Estados Unidos, en Japón la historia ya iba como en su cuarta o quinta secuela, con una precuela que contaba la historia de Samara cuando estaba viva. A The Ring (El Aro) le va tan bien en taquilla que se realiza una segunda parte, sintetizando en una película varias de las secuelas que ya se habían filmado en Japón. El resultado no es bueno en modo alguno, pero de todos modos nadie esperaba que la secuela superara lo hecho por las primeras versiones tanto en japonés como en inglés. Esa así como llegamos a la tercera, que francamente representa la más floja de la franquicia. Mejes efectos, videos digitales y USB en lugar de videocasete, no logran devolvernos el terror inicial del pozo y la expresión aterradora de Samara Morgan al salir del pozo.
La historia de Samara queda así degradada a “creepy pasta” en las redes, ya que la cinta no logra superar el error de origen de las versiones norteamericanas: una visión diferente de la redención. Mientras que para el mundo occidental la redención de un alma atormentada termina con el arrepentimiento, el castigo y el perdón, para el sintoísmo la esencia de lo que es el mal no desparece nunca a menos que el propio espíritu inicie su proceso de trascendencia a un nivel superior. No hay peor infierno que el de no encontrar la paz interior. Es por ello que Samara en el Aro no quiere ni puede detenerse: ella era un mal espíritu en vida y lo seguirá siendo después de muerta, porque no ha encontrado la manera de trascender en este plano.
Es decir que no hay exorcismo, ni oración que valga mientras cada alma no encuentre su propio equilibrio. En ninguna de las adaptaciones de las películas japonesas se ha considerado este punto de manera relevante, este no es la excepción. Es por ello que las traducciones que han hecho los norteamericanos han resultado tan malas a pesar de ser producciones más cuidadas y con mejores efectos especiales.
En fin, que apenas para la nostalgia, con muy pocas novedades. Advertidos quedan.