Hablar de madurez en un hombre de mas de 80 años, puede sonar a pleonasmo. Hacerlo de un creador reconocido desde hace 40 años, es un riesgo aún mayor.
Sin embargo, Blue Jasmine de Woody Allen no es otra cosa que la muestra de una gran madurez creativa, artística, ética; No es otra cosa que la demostración del pensamiento coherente y maduro de un autor que por mas de 40 años reflexiona sobre nuestros decadentes valores morales.
En “Blue Jasmine” se encuentran temas recurrentes en la obra de Allen, como el miedo a la soledad, la falacia del triunfo económico, y lo vacía que resultan las relaciones humanas.
Pero lo que más destaca de esta película es el peso tan enorme que tienen las apariencias en nuestra vida; lo hueca que es nuestra existencia moderna al fundamentarnos en representar un papel, más que en vivirlo.
El contraste que presentan las vidas de Jasmine y Ginger es enorme. Un abismo es lo que las separa, pero al mismo tiempo las une. Opuestas en todos sentidos, física, emocionalmente, mentalmente. Dos conceptos de vida bajo una misma realidad: la desesperanza.
[youtube=http://youtu.be/9mSvqXMIqgA]
En Blue Jasmine, la esperanza no tiene cabida. No hay final feliz, porque en la vida real no puede ser posible. Por más que se esfuercen los personajes, la luz al final del túnel es solo otra falacia tan grande como su propia vida. No hay mejora posible, porque no hay fundamentos para tenerla.
En el transcurso de la película vemos como Jasmine se va hundiendo poco a poco en un marasmo de incongruencias, por no poder aceptar su realidad, una realidad que ha sido un apariencia toda su vida: Un apariencia de familia (ella y Ginger son hermanas por adopción) una apariencia de familia ( su marido la ha engañado todo el tiempo), una apariencia de bienestar, basado en el fraude y el engaño.
Jasmine es la representación de esos valores que proliferan en los medios de comunicación: belleza, riqueza, excentricidad (“es una extravagancia” , así califica los costosísimos regalos del marido), felicidad a partir del consumo desmedido e insustancial. Valores que no llevan a ningún lado, que no conducen a una superación personal, sino que la van vaciando lenta e inexorablemente.
Como Cecilia en ”La Rosa Púrpura del Cairo”, al final Jasmine tiene que perderse en sus fantasías, tiene que reencontrarse en sus sueños para poder hacerle frente a una realidad apabullante, desolada, sin esperanza, contra la cual no puede luchar.
Pero mientras Cecilia se reconcilia con la vida, Jasmine no puede hacerlo. No hay salida posible. Tal vez porque la especulación, la apariencia en que vivimos, en los años 20 tenía una solución: el esfuerzo; pero ahora, solo nos queda seguir mintiendo, seguir aparentando que todo está bien.
Blue Jasmine, de Woody Allen. Una obra maestra, de un gran maestro.