The Social Dilemma, USA 2020.
- Dir: Jeff Orlowski.
- Reparto (ellos y ellas mismas): Tristan Harris, Aza Raskin,Justin Rosenstein, Shoshana Zuboff, Jaron Lanier, Tim Kendall, Rashida Richardson, Renee DiResta, Anna Lembke,Skyler Gisondo.
No podemos negar que nuestra vida actual está fuertemente dominada e influida por las redes sociales, el internet y todo tipo de plataformas. Un documental como este, es de hecho una excelente muestra de ello: contenido lanzado solamente en “streaming”, evidenciando la creciente y provocada adicción a la conectividad permanente, no podría, de entrada, sonar más bizarro.
Sin embargo, es de esas cosas que una tiene que ver y analizar antes de opinar sólo por el título o el trailer. “El dilema de las redes sociales” es un revelador material que logra entrevistar no a fanáticos/as de las conspiraciones, sino a expertos/as y especialistas que saben muy bien de lo que hablan: psicólogos/as, expertos en desconexión digital y, sobre todo ex diseñadores/as de redes sociales y marketing digital, ex empleados/as de Google, Faebook, Instagram y Twitter.
El resultado es una explicación sencilla, comprensible para todo público, de cómo nos hemos convertido de espectadores/as y usuarias, a capital de ganancia para grandes empresas de todo tipo. Y de cómo alimentamos mediante la polarización – también provocada- la sensación de que nuestra opinión debe defenderse e imponerse, generando más tráfico y manipulación en una espiral sin fin, que mantenemos porque nos a hace sentir bien.
El golpe de realidad es duro: no es que no supiéramos que alimentamos la minería de datos en las redes con nuestras selfies, gustos o preferencias, y que eso se traduce en publicidad y mercantilismo. Lo realmente impactante es comprobar que nuestras excelsas reflexiones, de las que nos enorgullecemos pensando que nos convierten en “líderes de opinión” o consumados/as “infuencers”, en realidad sólo contribuyen a mantener el artificio de que nuestro punto de vista importa. Y no porque lo decimos o publicamos no sea relevante (aunque a veces de verdad no lo es) sino porque nos obliga a seguir en esa burbuja, generando contenido para obtener la ilusión de ser popular.
El documental logra a través de los testimonios de quienes colaboraron de algún modo en crear este universo alterno, hacer que reflexionemos en el poder de las redes sociales, pero también en los recursos que tenemos para sobrevivir a la manipulación. Ofrece una esperanza de resistencia, a pesar de que se vislumbran muy pocas opciones para encontrar la puerta de salida.
Quizás la parte más floja del documental, es cuando intenta mediante una dramatización exponer los efectos del uso de las redes en la vida de una familia norteamericana. No sólo es mala por la pobre producción (malos diálogos, regulares actuaciones y una muy deslucida referencia a Intensamente de Disney Pixar) sino por los simplistas lugares comunes aplicados a una explicación que ya nos empezaba a contar cosas tan complejas como el mecanismo de las fake news, el rastreo de datos a gran escala o el uso de las notificaciones para mantenerte conectado/a, y todo eso parecía requerir de un complemento mejor logrado que el que se ofrece.
Pero como ya decía, lo más interesante es comprobar que en realidad, nada nos saca del anonimato. La realidad es vasta y extensa más allá de nuestros celulares y de nuestra sensación de que el mundo necesita nuestra opinión sobre todo lo que sucede. Es claro después de ver el documental, entender que es necesario y urgente cambiar la conversación, y ser radical en la defensa de nuestra muy básica humanidad.