Autor: Pablo Isaac Lopez
Para muchos, los disfraces con cosas de niños o de gente con mentalidad infantil y que sólo tienen cabida en espacios y fechas específicas (como el día de muertos o alguna fiesta temática); fuera de eso, aquellos que los visten, son tachados de ridículos y sin un respeto por sí mismos. La creencia común es que una persona “normal” no se disfraza para nada, ya que posee un nivel de madurez más allá de esas prácticas. Claro que, como todo lo “normal”, eso está a discusión.
Según Friedrich Nietzsche, todos nos disfrazamos de una u otra forma (él lo llama enmascaramiento), pues formamos personajes durante toda nuestra vida para darle sentido a ésta, es decir, asumimos una actitud de acuerdo a como se nos van dando las cosas durante con miras a esconder “el sin sentido del abismo existencial”. El filósofo sostiene que no hay un fin último para la vida humana fuera de la propia finitud. Así, las máscaras se crean para asumir una forma identificadora dentro de la percepción propia del mundo.
Existen dos formas de ver este acto: como una manera de disociación de identidades, en donde la persona y el personaje son opuestos; o como una forma de darle salida a una forma interior, la persona y el personaje son uno y el mismo.
La primera es la que podemos notar de forma más evidente en varios héroes del comic, ya que tenemos a personas con características débiles, que tratan de vivir su vida de manera tranquila hasta que se ven inmersos en problemáticas fuera de lo rutinario. Así, se pasa a crear un personaje que podrá desenvolverse con facilidad ante tales retos, el cual representará todo lo que nunca se podrá ser; esa una afirmación total de fuerza y vitalidad. Un ejemplo claro El Hombre Araña, el cual es asertivo, irónico, arrojado y con una gran capacidad de superar los diversos males que le aquejan; pero la persona, Peter Parker, es débil y temeroso. Toda la fuerza se ve reducida a cero cuando deja de lado su disfraz. Sólo piénsenlo, ¿Cuántos en realidad quieren ser como Parker (la persona) y cuántos como El Araña (el personaje)?
La segunda forma acontece cuando ya caemos con una persona que hace del disfraz parte de su vida diaria. A continuación citaré las palabras de la cosplayer Daniss, quién mejor que una persona que se disfraza activamente para explicar lo que eso implica:
“[El disfrazarse] pienso que, si bien se hace para “divertirse” y adoptar otra personalidad, tiene un trasfondo.
En realidad no significa que dejes de ser tú porque, al final por mucho que traigas un disfraz puesto, no vas a hacer o actuar de una forma totalmente distinta o en contra de los ideales que tienes como persona. Yo creo que el disfraz como tal ayuda a extraer una parte de tu personalidad que ya tienes; pero que por alguna u otra razón te cuesta exponerla o mostrarla ante los demás, y el disfraz te “justifica” para hacerlo. Es por ello que vas a elegir el personaje de acuerdo a eso que tú quieres y sientes, no vas a tomar un personaje al azar.
Así que en conclusión, pues sí te comportas de una manera distinta en momentos al disfrazarte; esto no significa que dejes de ser tú, o que tengas doble o múltiples personalidades, es sólo una parte de ti que está saliendo a flote en ese momento.”
Podemos ver que, según Daniss, el disfraz aún posee ese dejo de poder que le es conferido a un ser ordinario, pero ahora no hay una disociación de identidades, por lo menos en el caso de un cosplayer. El disfraz se da por términos de correspondencia, es como elegir un equipo al cual irle o un género musical favorito, todo va acorde al bagaje experiencial propio. No se trata del ocultamiento del débil, ahora es la potenciación del fuerte.
Un ser “ordinario” que ya tiene sus características bien definidas (no se topa por casualidad con lo extraordinario sino que busca y encuentra lo extraordinario) puede utilizar un disfraz para remarcarlas, sin dejar de ser él mismo con y sin la máscara, ésta sólo sirve para llevar más allá de sus límites sus propias habilidades innatas.
Ya sea que usemos la playera de nuestro jugador favorito, del grupo que creamos el mejor del mundo, nos vistamos como personaje de caricatura o comic; o simplemente tengamos nuestro traje y corbata, esto de alguna u otra forma nos afecta y nos representa algo. El punto es si lo tomamos como una forma de ocultar nuestro ser verdadero (que por lo general será débil) o como una forma de remarcar nuestras potencias afirmándonos aún más como lo que somos, lo cual, automáticamente, nos hará más fuertes.
Originalmente, el escrito fue publicado en el blog personal http://blogderorschach.wordpress.com/. Para que no haya problemas por aquello del posible “copiar y pegar”.