
El Eternauta, Por Mariel Acuariana
El Eternauta es posiblemente el comic emblemático de la Argentina. Es sin dudas un clásico, porque la ficción que presenta en una Buenos Aires víctima de una catástrofe desconocida y casi invisible pero con un peso opresivo y que está representada por una nevada mortífera que todo lo abarca y que obliga a los pocos sobrevivientes a refugiarse en sus casas, a aislarse del resto de la sociedad, a temer que una ínfima brizna de aire penetre por cualquier rendija y a desconfiar de todo y de todos… es un espejo en que varias generaciones de argentinos (y no sólo argentinos, lo que queda demostrado por sus reediciones en varios idiomas) y aún en el pasado muy reciente, podemos vernos reflejados.
Oesterheld fue asesinado por la última dictadura, en el año 1977, pero su creación data de 1957 (si no me equivoco), época en que otra dictadura había derrocado al peronismo y sus militantes o simples adherentes fueron perseguidos y muchos también, asesinados. Allí podemos ver una primera interpretación de El eternauta. Luego se fueron intercalando períodos democráticos (?) con nuevas dictaduras.
Epocas de grandes crisis sociales y económicas que recreaban en cierta forma el argumento de ficción de Oesterheld. Ni qué hablar de esa última dictadura criminal, genocida que también se lo llevó a él. Y tal vez el último (hasta ahora) período que podría verse reflejado en esta obra es la década infame del menemismo, que arrasó con el país y dejó hambre, desocupación, pobreza extrema y un Estado vaciado.
Un país donde la enorme mayoría del pueblo debió o fue obligado a refugiarse en el “sálvese quien pueda”…
En el mundo podemos encontrar cientos de situaciones similares. ¿Recuerdan la paranoia y el miedo instalado en el mundo entero con la inflada Gripe A? ¿No vemos ahora guerras donde no se muestran los muertos, pero que oprimen, destruyen, asesinan y dejan en la más absoluta soledad e indefensión a pueblos enteros? Llegan aviones que ni siquiera se pueden ver y descargan su “nevada” asesina impunemente…
Por todo esto y por su calidad gráfica y argumental (aunque en algunos aspectos pueda parecer ahora algo anticuada), es que considero que El eternauta es un clásico y como tal, perdurará por muchas generaciones más con su vigencia siempre renovada… Es que soy pesimista en cuanto a imaginar que el mundo pueda tener un cambio positivo tan radical como para que en algún momento dejen de aparecer las “nevadas asesinas”.
Sí, ya sé que soy un plomo y politizo demasiado. Pero es que El Eternauta tiene que ser interpretado obligatoriamente desde lo político y social, porque la militancia política de Oesterheld en aquel peronismo hizo que pusiera intensionalidad en el argumento de su obra.
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