
Por Luis Francisco Rodriguez Lugo.
La mirada en los ojos de mi acompañante me lo dijo todo, parecía una niña pequeña frente a un libro de cuentos pop-up, concentrada en la pantalla y con ganas de ver la película de nuevo apenas salimos de la sala, eso siempre es buena señal.
Esta historia, inspirada en el trabajo de Stefan Zweig, nos lleva al mundo de Monsieur Gustave H., concierge del Gran Hotel Budapest, mentor del lobby boy Zero Moustafa, que se verán involucrados en la disputa de una herencia mientras dos grandes guerras se desarrollan a su alrededor.
Como ya es costumbre, Wes Anderson tiene a su disposición un reparto de primera línea. Los sospechosos comunes siguen siendo Bill Murray, Owen Wilson, Adrien Brody y Edward Norton, pero tanto Ralph Fiennes como Tony Revolori destacan en los papeles principales. Algo tiene el realizador texano como para que algunos actores estén ávidos de involucrarse en sus proyectos, aunque solo aparezcan a cuadro unos segundos.
Los elementos característicos que este director imprime a sus películas han sido discutidos hasta el cansancio, como los de Tarantino o los de Hitchcock, sin embargo ese no es motivo para hacerlos a un lado al hablar de su trabajo más reciente, porque todo está ahí: la simetría en las tomas, los movimientos de cámara, los colores vivos, la velocidad de las secuencias y el dialogo, el vestuario, la atención al detalle, el humor, sin embargo, haciendo caso al principio holístico de “el todo es mayor que la suma de sus partes”, El Gran Hotel Budapest es una obra que se puede apreciar aún sin tener idea de los detalles antes mencionados. Si disfrutaste alguna de sus películas anteriores, disfrutaras ésta, si nunca has visto una, es buen momento para empezar.
En manos menos capaces tal vez esta historia tendría un tono sombrío, pero el sello de Anderson se impone, pues sus personajes siempre son capaces de encontrar la belleza en el mundo a pesar de lo complicado que pueda ser su situación, dejándonos con un buen sabor de boca, risas espontaneas y también uno que otro susto.