Por Lupita y José Alberto, corresponsales de Artes 9.com en el Edo., de Hidalgo.
En atención a la invitación de Almendra y Cristhian, actores de carácter del Grupo Cuerpo Social Internacional, salimos de nuestro caluroso refugio de Jagúey de Téllez el pasado domingo muy temprano, sin imaginarnos el impacto que causaría en nuestro ánimo lo que íbamos a presenciar a través de la Obra “Érase una vez…”, bien actuada por esta sin igual pareja de buenos actores, que acompañados por Enrique Soberanos y dirigidos por Carlos Cruz (el apellido pesa), alcanzaron clamoroso éxito, al presentarse ante el heterogéneo y difícil público de la Plaza Hidalgo, bajo una pesada caracterización y un sol abrazador.
La obra trata del progresivo Maltrato que sufre la mujer desde el noviazgo, inicio de una relación que debía ser –se supone–, de arrumacos, caricias y demostraciones reales de cariño por ser la etapa de la conquista y del conocimiento, acompañado del deslumbramiento, del causar la mejor impresión, del convencimiento qué le pegaste al premio mayor al conocerme y aceptarme, que cómo yo, no hay otro (a), que con ésta (e), sí me muero después de muchos años de casados.
Pero la realidad es tan cruel en incontable ocasiones, que la etapa de armonía dura un suspiro y, el machito, que la verdad nunca fue caballeroso, cariñoso, formal, cumplidor, atento ni educado, se muestra pleno, se desenmascara totalmente y sintiéndose el dueño del cuerpo, alma, vida y circunstancia de la pareja, se convierte en un tirano y la Gloria soñada femeninamente, se convierte en un auténtico infierno y aunque en promedio, menos del deseado, la mujer se revela a esta humillante situación; mientras dura unida es obligada a tirar de la carreta que lleva como principal pasajero a su dispareja pareja, a su bueno para nada y viene la separación.
Pero… El tirano la busca, la acosa y la convence de que le pida perdón por el abandono y la víctima regresa a sufrir humillaciones nuevamente, ahora en esta etapa más crueles porque ya se siente doblemente poderoso y doblemente seguro. Si antes fue tortura mental, pasa a ser tortura física, si tienen un hijo, viene la amenaza de ¡mira que te lo quito!, y como las “viejas” no son muy bien vistas por las cuñadas y la suegra por no estar unidas “legalmente” y como Dios manda, pues no se casaron de blanco, automáticamente se convierten en cómplices morales del tipejo y los amigos del “señor” que se sienten con derecho de pernada, pues también quieren con ella, previo permiso del marido: claro, desde luego, faltaba más. Total, puras torturas, puras amenazas y vete corriendo a chambear que mis amigos y yo, ya tenemos hambre… Y viene otro abandono.
Ahora el escarnio es público. El Watusi, acusa públicamente a Almendrita que lo dejó por no querer cumplir con sus obligaciones, con sus impuestos, actos a los cuales ella se comprometió al regresar. Él por ser Presidente de la casa, no tiene más obligación que cumplir con el cobro de los impuestos sobre el trabajo de su mujer, o a ver: ¿cuándo han visto a un Presidente de su casa, recogiendo papeles? ¿a ver, a ver…?
Y, por segunda vez, Almendrita le pide perdón a su domador y se regresa resignada a la “casa”.
Pero ahora, las condiciones para aceptar su regreso son diferentes, pues aparte de solicitar el permiso, tiene que aceptar otras humillaciones peores y la sufrida, abnegada y pen… tonta mujer, acepta que el marido lleve a su Gabinete/casa a un amigo y lo nombra Primer Ministro, el cual también disfrutará del porcentaje correspondiente sobre el trabajo de Almendrita y ahora, en vez de jalar el automóvil familiar bautizado como “La Dolorosa” sólo llevando a su esposo, por obligación contraída y jurada, la tiene que jalar la carreta con los dos.
Y así, por los años de los años, hasta que la muerte nos separe. Y vivieron aparentemente muchos años, muy felices, muy contentos y tuvieron muchos hijos, porque se querían mucho…
¡DIGAMOS NO A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!
¡DIGAMOS NO A LA VIOLENCIA DESDE EL NOVIAZGO!
NO EJERZAMOS VIOLENCIA CONTRA NINGUNA MUJER