Lupita y José Alberto, Corresponsales Viajeros de Artes 9.com y Archivo Cultural BENYCA.
«Hay que echarle ganas, tener amor al trabajo y mirar siempre hacia adelante, con voluntad de hacer bien las cosas.» Evaristo Borboa Casas, Rebocero por siempre.
Con motivo de la ya más próxima aparición de la Antología que desde hace 18 meses estamos preparando, la tecleadora enrebozada y su chalán que es bolita, pero no Rebozo, nos escapamos a Tenancingo, México, con el fin de visitar al Señor del Rebozo y a su principal devoto y promotor para que la milagrosa imagen llegara a ese rincón mexiquense: Don Evaristo Borboa Casas, el hombre de las manos de seda, del hablar pausado y poético y la sencillez auténtica. Es increíble el grado de paciencia y el trato casi familiar que nos brindó este gran personaje y su comprensión y apoyo para entender que estábamos admirando no Rebozos, sino Obras de Arte. Para ubicarnos todos, estamos hablando del Principal Artista del Rebozo Jaspeado Mexicano, Ganador de un Premio Nacional De las Artes, qué privilegio nos da Dios al estar frente a él y platicando como si nos conociera de toda la vida, mostrándole a Lupita sus manos hechas para tejer rebozos: desde montar los miles y miles de hilos para el jaspeado y finalizar, ya tejida a su gusto la prenda, elaborar el empuntado, el rapacejo, tejido a mano. Más de un mes, entre principio y fin.
A pregunta de Lupita don Evaristo expresa con cálida voz:
«Yo he tejido siempre, desde que tenía ocho años ando en esto, nací en octubre del 27, haga la cuenta. Yo aprendí de todo; hacer rebozos es mi delirio, claro que yo tenía voluntad para aprender, para hacer las cosas bien. Yo me ofrecía a realizar cualquier parte del proceso, casualmente por eso domino todos los pasos desde el tejido hasta el rapacejo, soy artesano rebocero integral, desde comprar el hilo, el devanado y el tejido, hasta entregar el rebozo. Mire esta pieza se llama…» Y nos dijo a la velocidad del rayo los nombres de cada una de las piezas de su telar de otate, pero como soy de lenta escritura y peor memoria, me ganó la cátedra paciente y gentil.
El profundo amor con que ha realizado su labor por más de ochenta años, empezó a ser reconocida en todas las esferas artesanales del país desde los años 90, y alcanzó la cúspide en el 2005, al recibir de manos del Presidente Vicente Fox, el Premio Nacional de Artes y tradiciones Populares. Pero don Evaristo no se estancó en un premio, siguió perfeccionando su técnica y actualmente es reconocido como un excelso creador de rebozos de algodón, en telar de cintura, anexamos, en foto, tres muestras para que se deleiten y, de ser posible, compren alguna de estas creaciones únicas.
En referencia a la pregunta sobre la venta nos contestó: «Cada pieza, cada paño, porque así se llamaba antes, paño, lleva parte de mi vida, de mi gusto, porque lo complicado con mi alegría por hacerlo, se me hace fácil y me queda como yo lo soñé, como yo lo quería, por eso me da gusto vender, porque son mis sueños realizados, porque son mis pláticas con Dios para que me inspire».
Nos confió cómo fue la experiencia celestial que vivió cuando recibió la visita, por varios días, de un pajarito que sin temor se paraba en los hilos del telar y lo veía de frente, esta acción del valiente emplumado fue entendida como un mensaje Divino de tener en su pueblo una réplica de la imagen del Señor del Rebozo y venerarla, lo que al poco tiempo con la ayuda de otros reboceros y vecinos, logró.
Al despedirnos, nos extiendió una invitación a un homenaje para el martes 5 de abril, a las 11:00 horas en el Quiosco del Jardín Morelos, el Ayuntamiento de Tenacingo, en dicha invitación recalcan que el Maestro Evaristo, se ha mantenido firme en el telar de cintura con el fin de preservar y enriquecer la tradición del Rebozo de Tenancingo y, que su profundo amor a la labor que ha realizado durante más de 80 años, es la fuente donde brotan suaves rebozos que se escabullen a través de un anillo.
A la distancia le rendimos hoy y siempre un homenaje al Tejedor Solitario de las Manos de Seda y le agradecemos el fino trato que nos dispensó al recibirnos en su Casa/Taller, verdadero rincón de inspiración poética y sueños realizados, traducidos a Rebozos tejidos en telar de otate.