Sin antecedentes artísticos en su familia ni la idea de figurar en mente, el gusto por la música atrapó de manera inesperada a la argentina Flor Villagra quien, de ser una niña más bien tímida e introvertida, pasó a ser una lograda cantautora que ya probó las mieles del éxito tras ser finalista de la segunda edición del reality Operación Triunfo Argentina, producto del cual surgió su primer disco.
“Comencé casi de manera casual a tocar la guitarra, no era yo de quienes siempre querían figurar en las fiestas ni nada, más bien de las que corría a esconderse”, recuerda Villagra, quien sin embargo acabaría cautivada por el poder de la música, primero cantando con la banda Overloaded.
Consciente de que el glamour televisivo quedó atrás, ha dejado familia y amigos en Argentina en busca de un sueño: consolidar su carrera musical desde México, tierra que mira como panacea de oportunidades, y donde el año pasado ya se presentó para abrir los conciertos de su paisano Fito Páez.
Influenciada por toda una generación de estrellas del rock en español y del pop de los años 80 y 90, necesariamente su música se inscribe en esos géneros, Flor se replantea su carrera y comienza a trabajar para definir un estilo propio, y hoy ya se ufana que “no hay una propuesta que se parezca a la suya”.
“Hablan del mundo, de la vida, pero sobre todo del hoy”, añade Villagra, quien llega a México con su segundo disco bajo el brazo: “¡Cruje, cascarón”, con temas compuestos por ella, bajo el acompañamiento de Marcos Rodríguez (bajo, piano, guitarras acústicas), Juan Pablo Pérez (guitarras eléctricas) y Jaime Domínguez (baterías), a quienes conoce en 2010, cuando viaja a España y toca en algunos lugares de Barcelona.