Por Norma Lorena Loeza
Glass. USA (2019)
- Dir: M. Night Shyamalan.
- Reparto: James McAvoy, Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Sarah Paulson, Anya Taylor -Joy, Spencer Treat Clark, Charlayne Woodward.
Uno de los estrenos más esperados para este 2019, llega finalmente a las salas, después de haber generado enorme polémica entre la crítica y el público. Con comentarios en contra que van desde considerarla larga y aburrida, las y los fans la han defendido señalando que es un cierre que retoma las otras películas, consiguiendo sorprenderles con giros de tuerca -que ya son considerados parte del “estilo Shyamalan”- y con el enorme placer de ver juntos a Willis, McAvoy y L. Jackson. Y no solo por el hecho de verlos. Los tres hacen verdaderas creaciones actorales de sus personajes.
La verdad es que en ambos casos, hay algo de razón. En Glass, Shyamalan retoma los cabos sueltos y hace referencias concretas a las películas anteriores que la enorme “fan community” ya considera de culto. Pero es verdad que empieza floja y sin mucha sorpresa. La Bestia (Mc avoy) comete un nuevo secuestro, que atrae el interés de la policía y también del Centinela (Willis). Ambos son capturados y llevados un centro psiquiátrico (no, no es Arkham) donde casualmente, el desequilibrado Mr. Glass (L. Jackson) lleva años recluido.
El asunto incluye a la Dra. Ellie Staple, (Paulson) que estudia el desequilibrio que lleva a las personas a creer que tienen superpoderes. Y hasta aquí la parte predecible y un tanto ingenua. Los personajes por fin están juntos y es evidente que colocarlos a todos en el mismo lugar es una mala idea.
Pero Shyamalan tampoco nos la deja tan sencilla. Pronto nos damos cuenta que lo que diferencia esta historia de héroes, villanos y superpoderes, no es la virtud o el deseo de hacer el bien – o el mal- en realidad, lo distinto es la creencia de que se es singular y el argumento de que en el mundo real, hay misterios que explican por qué somos lo que somos.
A partir de ahí es que se construye un historia digna de haber salido de un cómic: teorías de la conspiración, alianzas, equipo de apoyo, plan maestro, locura, tragedias personales y conflictos humanos que no todos sabemos cuánto nos afectan en realidad, ni lo que hay que hacer para resolverlos.
Para Shyamalan, es obvio que conflictos narcisistas los puede tener cualquiera. Pero no todo mundo asume que esa singularidad es la clave de su propia existencia. El verdadero drama es olvidarnos de todas estas historias aparentemente absurdas y pensar que el objetivo está en recuperar nuestra pretendida “normalidad”.
Por otra parte, hay que recordar que antes de Fragmentado (Split, M.N Shyamalan, 2016) al director se le acusaba de haber perdido el rumbo y de no poder recuperar el estilo que le hiciera famoso en los años 90. Split fue un regreso por demás exitoso, por lo que no es extraño que el cierre de esta trilogía levantara las más altas expectativas. Sin embargo, hay que decir que los fans se dicen satisfechos del regreso de los personajes, de la resolución de los cabos sueltos y sobre todo, de un final revelador al estilo que el cineasta nos tiene acostumbradas/os.
Sobre todo, se agradece esta visión de héroes de comic tan alejada de lo que MARVEL y DC han construido en los últimos años. Es probable que el cine de superhéroes no haya destruido al cine después de todo. Quizás sólo le haya proporcionado un tema que puede ser abordado de diferentes maneras y que nos coloca frente a una pregunta de fantasía -¿no es el cine una fábrica de ilusiones?- que se responde siempre de diferentes maneras: ¿y usted, que haría con superpoderes? No sé. Piénsenlo.