Por Norma Lorena Loeza
The Laundromat. USA, 2019.
- Dir: Steven Soderbergh
- Reparto: Meryl Streep, Gary Oldman, Antonio Banderas, James Cromley, Sharon Stone, Melissa Rauch, David, Schwimmer.
Este año, Netflix parece estar decidido a demostrar que muchas de las grandes estrellas de la dirección cinematográfica, han considerado la exhibición vía “streaming” como una opción viable para exponer sus trabajos y llegar a un gran número de personas de modo sencillo y accesible.
En esta ocasión se trata del multipremiado director Steven Soderbergh – que tiene en su haber cintas como Erin Brockovich (2000) y Traffic (2000), entre muchos otros éxitos- quien decide probar suerte y dirigir esta cinta para la plataforma Netflix, rodeándose para ello de un gran elenco.
Es así como vemos a la gran Meryl Streep –quien acaso sea la actriz norteamericana más conocida en todo el mundo en la actualidad- interpretar a una mujer adulta mayor de clase media baja, que pierde a su marido (Cromley) en un lamentable accidente durante un paseo en un ferry turístico. La tragedia la lleva a enfrentarse a un sofisticado laberinto de fraudes para poder cobrar el seguro, descubriendo así la realidad de las llamadas empresas fantasma y de la intricada red de evasión de impuestos y lavado de dinero que opera prácticamente alrededor de todo el mundo y que fuera puesta al descubierto gracias al escándalo de los Panama Papers.
Quizá lo más valioso que hace Soderbergh en esta cinta, es mostrarnos a la gente común, a la ciudadanía de a pie, cómo es que estos escándalos de los que no nos gusta enterarnos, tienen más impacto en nuestras vidas de lo que pensamos.
La historia es narrada por Oldman y Banderas que personifican a Jürgen Mossack y Ramón Fonseca Mora, dueños de despacho Mossack Fonseca, que se consideró pieza clave para la investigación de empresas fantasma para la evasión de impuestos y lavado de dinero. Ambos actores hacen gala de un fino humor negro, que les permite construir una cinta muy disfrutable.
Sin embargo, a pesar de estar basada en una investigación real, la película es todo menos solemne y esa quizás sea su principal falla, ya que a ratos pareciera tomarse al drama humano detrás de todo esto muy a la ligera y sin ahondar en la tragedia que supone el enriquecimiento de unas pocas personas, a las que no les importa el empobrecimiento de las demás.
Soderbergh opta por no usar el drama y exponer la inmoralidad capitalista en su lado más simple: el de la hilarante contradicción en la que cae la ambición humana. Y eso es una decisión creativa que quizás no a todas las personas dejará contenta.
En una época como la actual, donde los modelos económicos están siendo fuertemente cuestionados por generar profundas desigualdades en enormes sectores de la población, una película como esta parece poco más que indispensable, a pesar de no haberse atrevido a ahondar en lo más profundo del asunto. Por encima de su valor creativo o cinematográfico, su aporte consiste en poner sobre la mesa un problema complejo y poder explicarlo de manera sencilla para el gran público.
Eso ya es más de lo que mediante otros medios se hace. Punto para el cine y para los cineastas que se han propuesto hacer películas para reflexionar de una manera amigable. Y es eso lo que en realidad convierte a la Lavandería en una cinta más que recomendable y entretenida. A ver sin falta.