
Es un hecho, La mole está haciendo un gran esfuerzo por llevar de regreso al público comiquero (al que ya no tenía nada que ofrecer) al evento. Ofreciendo un primer acercamiento ya en su pasada emisión, que con la visita de Arthur Suydam y la presencia de importantes artistas mexicanos nos demostraba que su tirada iba en serio.

Para su Edición 36, La Mole volvió a darle un lugar importante al cómic, bautizando esta vez el espacio asignado como el Salón de los Artistas, que fuera encabezado por la presencia de David Finch, dibujante de gran calidad que actualmente es el encargado de ilustrar Batman: The Dark Knight. En este espacio se presentaban de nueva cuenta los dibujantes mexicanos Carlo Barberi y Paco Medina, quienes tuvieran gran aceptación en la edición pasada, a ellos se unieron esta vez, dos artistas que también trabajan para Marvel; el entintador Carlos “Lobo” Cuevas y el colorista Edgar Delgado, creador de mítico Ultra Pato (hoy Ultra Duck).

El viernes comenzó a esparcirse la noticia de que David Finch había tenido que ser hospitalizado a su llegada a México, atribuido, según algunos medios, a una infección estomacal, pero en realidad se trataba de un problema en la vesícula y tuvo que ser intervenido de emergencia. Su participación en La Mole se comenzó a poner en duda de inmediato.

El sábado, después de una larga ausencia, la presencia del comic tomaba el auditorio con una primera charla, con Cecilia Pego, creadora de Terrora y Taboo y Exilia, y Roberto Cota, realizador de La Choya Atómica, que sería moderada por nuestro director, José Miguel Alva Marquina. La siguiente conferencia sería una entrevista con Carlo Barberi y Paco Medina, presentada por Jorge Tovalín y Rodrigo Vidal, de la revista Comikaze. Grande sería la sorpresa cuando a mitad de la plática llegó David Finch directamente del hospital, integrándose de inmediato a la mesa, su participación sería respaldada por Elias Ortíz, promotor de artistas y colaborador de este sitio. Tras esta charla, Finch sería llevado al Salón de los Artistas, en donde firmó cientos de autógrafos a todos sus seguidores, y de donde no se levantaría hasta haber atendido al último, pasadas las ocho de la noche. La de David Finch es una verdadera muestra de valentía, pero sobre todo, de profesionalismo, pues no quería quedar mal en su primera visita con la fanaticada mexicana.

En el Salón de los Artistas se encontraban también, además de los dibujantes antes mencionados, Mauricio Herrera, René Córdova, Polo Jasso, Roció Perez, Momo; Jorge Break, Miguel Galindo, Patricia Wheatley, entre otros, así como la revista Comikaze, Aventuras Enmascaradas, con todo su equipo creativo y, obviamente, El Monito. De nueva cuenta, el Meet & greet que representa el salón es una verdadera atracción para los comiqueros, el trato cercano y directo de los autores con sus seguidores es en verdad increíble. El domingo, David Finch de nueva cuenta volvió a apostarse en su mesa para atender a sus fans, repartiendo autógrafos a granel, con un estoicismo pocas veces visto. De igual forma, los demás artistas atendieron a su público de manera muy personal, haciendo de este un espacio de verdadera convivencia comiquera. Al final, algunos artistas fuera del programa también serían abordados por el público que los sigue, como fue el caso de Augusto Mora y Leonardo Olea.

Unas sugerencias que hacemos a la organización para un mejor funcionamiento son; en primera, que programen las charlas comiqueras en un horario más accesible, el medio día es demasiado temprano para mucha gente que labora los sábados hasta las dos o tres de la tarde, y esa sería la queja de mucha gente. La otra es que, en definitiva, debe manejarse una señalización para la localización del Salón de los Artistas, si bien el programa de mano anunciaba en su carátula la existencia de este espacio, mucha gente lo pasaba de largo al no haber un señalamiento que indicara que ahí era, pues muchos ubican esa área como mezanine.

Otro aspecto que demuestra que la inclusión del cómic va en serio en La Mole, es que a partir de esta edición ostenta el nombre de La Mole Comic Con, y en su página oficial el comic es la imagen predominante, sin dejar de lado lo que a sus seguidores cautivos los lleva a abarrotar cada entrega (pues para ellos, La Mole es La Mole y el programa no importa). La Mole ha dado un segundo paso importante, demostrando que puede ser mucho más que un punto de encuentro (¿social?) para los mal llamados otakus (disfrazados, vestidas y seguidores del manga y el anime ¡y todo lo que huela a japonés!), y convertirse en un espacio importante para la cultura del comic, sin que la presencia del uno afecte la del otro, sino todo lo contrario, que puedan complementarse.

Felicidades a la organización por este nuevo logro, y los exhortamos a seguir adelante, pues ahora más que nunca, ¡Es tiempo de pelear!.
