Por Gustavo Martínez.

Hace casi 10 años que deje de ir a ferias o convenciones de comics. Tanto como expositor , como fan. La razón era muy simple: no tenían nada que ofrecer. La idea de novedad había desaparecido de ellas, hundida en un mar de copias baratas de videos de anime y demás chucherías poco interesantes.

No digo lo anterior porque no me guste el anime, sino porque la mercancía exhibida en dichos eventos era la misma que podía conseguirse cualquier día en cualquier parte. Lo dicho, nada nuevo que ver, nada extraordinario por lo cual pagar la entrada. Desde hace un año me llegaron rumores de que esa situación se estaba terminando. Que ahora las convenciones se dedicaban a ofrecer productos extraordinarios; de ser eventos relevantes que se salían precisamente de la cotidianeidad. [youtube=http://youtu.be/CQInPLekwpY]

Así que, azuzado por varios amigos, emprendimos la travesía de regresar a las convenciones de comics de esta ciudad, caso específico, La Mole Comicon.

Encontrar un evento donde lo importante es el fan, fue una sorpresa; desde la Conque y La Mecyf, las convenciones noventeras, no había encontrado esa situación: que el visitante se encontrara a gusto. Grandes espacios entre las filas de autógrafos y de igual manera en los pasillos de los stands. Los visitantes pueden recorrer el evento con calma sin sentirse fastidiados o agredidos.

Otra cosa que me llamó mucho la atención, no fue que hubieran muchos artistas internacionales dando firmas: lo que llamó la atención fue la forma en que se les dispuso, de tal manera que las colas no estorbaran en lo mas mínimo, ni que la gente se encimara unos a otros. De hecho, el tiempo de espera para las firmas no rebasaba la media hora, aun en casos de superestrellas como Mark Waid o brian Bolland. Además los banners que tenían detrás de cada uno de ellos lucían mucho y permitían una identificación clara.

De igual manera, los artistas nacionales estaban dispuestos de forma que pudieran ser visitados con orden, lo que permitía algo muy importante: convivir con ellos, preguntarles de su trabajo; conocerlos. Sin embargo hubo algunas situaciones a considerar que, ojo, no es crítica sino reflexión, me llamaron l atención sobre el evento: Primero, los pocos stands de venta. O el comic no tiene aun la misma difusión que tenía antes; o la idea es que los artistas invitados sean realmente la atracción principal del evento. Lo cual se me haría sumamente interesante y novedoso, porque de esa forma el beneficiado es el fan.

¿Por qué? Porque va exactamente por lo que no puede tener todos los días: a los creadores frente a frente. Conseguir las firmas de ellos, darles la mano, platicar con ellos. Es decir, se lleva una anécdota que permanecerá con él a través de su vida y eso hace del evento, algo inolvidable. La prioridad ya no es encontrar ofertas, sino pedazos de vida. Segundo, y aquí también no es el objetivo del evento, es una situación que a mí me agradaría más, darles mayor presencia a los artistas nacionales, impulsar su talento para que se conviertan en la segunda atracción del evento, en algo tan importante como los artistas internacionales, situación que ayudaría mucho a la difusión de su trabajo y sobre todo, a la creación de una industria nacional en forma.

Tercero: las conferencias. Aunque éstas han estado presentes en todas las convenciones importantes en todo el mundo, es poca la gente que asiste a ellas, a diferencia de la firma de autógrafos. Habría que encontrar la manera de que más gente participe en ellas, ya que es la mejor forma de enterarse de forma más directa y personal, de cómo es el invitado. Sin atender a estas 3 consideraciones son los únicos puntos flojos de una convención, que desde hace mas de 10 años no podía llamarse así en México; un evento de comics que por fin considera al comic como un producto digno. Pero sobre todo: que considera que el fan y su diversión son su objetivo principal.

De no perder lo anterior, La Mole Comicon poco a poco se irá convirtiendo en un evento obligado a visitar.

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