Lupita y José Alberto, Corresponsales Viajeros de Artes9.com y Archivo Cultural BENYCA.
Más Hidalguenses Distinguidos
«¡Caímos hasta el Fondo, Revivimos de la Nada…!» María Silvia.
La verdad, que sangre fría debemos tener los buscadores de los verdaderos valores humanos, los rescatadores de los Héroes Anónimos, los comunicadores o difusores de las hazañas cotidianas que no tienen interés comercial realizadas entre las cuatro paredes de un hogar o de un hospital, por personas que sufren la desgracia de un accidente en el varón y varias enfermedades en su esposa, que dejó secuelas en ambos y, a la fecha, después de años, perduran y se confían en desconocidos para platicarlas con todo detalle, al punto que sienten esa pareja de viajeros desconocidos que algo les oprime la garganta y como que quieren llorar…
María Silva Ávila Cuamatzi, egresada a gopes de vida del ICATIH, en varios cursos, definiéndose al final como excepcional repostera y su esposo el MVZ, egresado de la UAM-X, Pedro Tomás Licona Meníndez, forman la pareja ejemplar que actualmente y después de años de sufrimiento y penurias, están al frente de la Panadería y Repostería «Manos HIdalguenses», Pro Gente con Capacidades Especiales y Adultos Mayores, ubicada en Reforma Sur N° 18, Apan, Hgo, a pocos pasos de la terminal de los camiones Teotihuacanos y su teléfono es el 01- 771- 726- 1577.
Este modesto amasijo casi sin equipo para la elaboración ni para expender el producto ahí elaborado, empezó no hace mucho con la «gran inversión» de un kilo de harina de trigo, un kilo de azúcar, un pedazo de mantequilla y unas pasas regalados por una hermana, un kilo de huevo donado por otro familiar, una porción de manteca Inca, una charola de la cocina, la estufa familiar, muchas ganas de fabricar un producto de calidad, galletas (pastas secas), que fueron aderezadas con las lágrimas de dolor y pena que derramó María Silvia, al estarlas formando a mano con el mismo amor con que formó a sus hijos, pensando que ese llanto formaría el mar de felicidad en que se ahogarían de gusto cuando las vendieran. ¿Si es qué las vendían?
Ella sólo pensaba que debían salir del profundo abismo en que los había depositado el destino por medio de un accidente y varias enfermedades que, gracias a Dios, no fueron fatales, aunque a la fecha se padezcan las consecuencias, pero había que trabajar, llorar y sufrir, desde hambres o malas comidas, hasta la falta de paseos o recreación y objetos del diario vestir para lograrlo.
¡Y lo lograron con la ayuda de cuatro Manos Hidalguenses excepcionales!
Esas Manos Hidalguenses son las de ellos, la gente con Capacidades Especiales, son ellos, los Adultos Mayores son ellos. Los que pusieron todo su entusiasmo, su capacidad y su fe por delante son ellos: María Silvia Ávila Cuamatzi y Pedro Tomás Licona Meníndez que, acompañados por sus dos ejemplares hijos están subiendo a la cima del progreso, con base en el amor que se profesan y con producto de calidad. De las conchas apagadas -aplastadas- que salieron la primera vez que las elaboraron, ahora salen casi volcanes a punto de estallar, pan de muerto (hojaldras) delicioso y unas empanadas de sabores para comerse una canasta llena; lo que demuestra, que sí merecen ser considerados: Hidalguenses Distinguidos.