Matrix Resurrections. USA, 2021.
Dir: Lana Wachowski
Reparto: Keanu Reeves, Carrie-Ann Moss, Jessica Henwick, Neil Patrick Harris, Jonathan Groff, Yahya Abdul-Mateen II, Eréndira Ibarra, Jada Pinket Smith, Priyanka Chopra.
El fin del siglo XX nos presentaba una de las películas que mayor impacto traería a una generación destinada a mirar el mundo de manera diferente. Más allá de su valor como obra cinematográfica, Matrix (Lilly y Lana Wachowski, 1999) representa sobre todo, un enorme fenómeno cultural para una nueva generación.
El planteamiento filosófico y de crítica social que la historia desarrollaba en ese momento, partía de cuestionarse de muchos modos y a muchos niveles lo que pensamos de la realidad, identificar la venda de los ojos que nos pone el sistema, y la posibilidad de transformar el entorno con sólo imaginarlo. Ciencia ficción, mística, filosofía y la mesa puesta para volverse una película inspiradora y de culto de manera casi instantánea
La cinta tuvo dos secuelas, aprovechando el éxito y la enorme fan community que no dudaba en pedir más. Matrix Revolutions (Lilly y Lana Wachowski, 2003) da cierre a la trilogía y poco a poco se fueron diluyendo las esperanzas de ver más de la exitosa historia de Neo (Reeves), Trinity (Moss) y su lucha por mostrarnos el mundo como de verdad es y no como nos han dicho que era.
22 años pasaron desde la primera entrega para que en pleno cierre de año postpandémico, pudiéramos saber que sucedió después de la muerte de Neo en ese escenario apocalíptico donde somos esclavos sin sospecharlo y que de algún modo sigue teniendo sentido en nuestra actual realidad casi distópica.

Sin embargo, la nueva entrega de Matrix es antes que todo, una revisión crítica de su propio legado. Un cuestionamiento profundo de cómo en el camino se desvirtuó el mensaje inicial y cómo terminó siendo banalizada la profundidad de pensar una realidad alterna de donde podemos liberar nuestra mente e identidad. Y si hubiera que calificarla en una sola palabra, sin duda sería: valiente.
Lana Wachowski no teme mirarse al espejo como una persona diferente, ni tampoco cuestionarse abiertamente la validez de su legado y el de su hermana. Y eso no lo hace cualquiera con tanto buen ánimo, sarcasmo y honestidad. Lana y su hermana – quien no colabora en este proyecto- son quizás el mejor ejemplo de lo que significa vivir en dos realidades alternas todo el tiempo, oprimidas por una cárcel que no es tangible pero si real, algo así como una matrix de prejuicios.
Su trancisión como mujeres trans, nos permite entender el fino hilo de la aceptación de la diversidad que la historia esconde, y que ahora se decide cuestionar a la luz no sólo de las vivencias personales de su directora, sino de las verdades y mentiras del sistema, la virtualidad, o la propia industria del entretenimiento.
De más está decir que si algo no caracteriza esta nueva entrega es el fan service o explotar únicamente la nostalgia de una generación. Es más, puede ser que las y los fans más acérrimos no la entiendan del todo, y la fantasía de una nueva entrega que dé continuidad al relato justo donde lo dejamos, se vea estrellada contra la pared pasados apenas algunos minutos de empezada la cinta.
Pero al final volvemos a ver Trinity y a Neo en pantalla, y eso si es una manera de contener a quienes seguro habían esperado este momento por muchos años. Sin embargo, definitivamente no esperen un reencuentro simplista, ni una continuidad sencilla del relato. En la matrix como en la vida siempre hay que llegar con la mente abierta para poder escoger entre azul, rojo o -quizás ¿por qué no?- arcoiris.