Miguel Valverde es un artista visual mexicano, nace en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua en 1980. Su obra ha sido expuesta entre México, Estados Unidos, Austria y Alemania.
Se desempeña como muralista con más de una veintena de obras realizadas en México en diversas facultades de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Centros de Convenciones, Museos, Centros Culturales, recintos de la iniciativa privada y Presidencias Municipales. Su obra pública se encuentra repartida en varias ciudades de México. Algunas de sus obras recientes son los murales “A dos de tres caídas sin límite de tiempo” en la Arena México; conmemorando el 80 aniversario de la Lucha Libre mexicana, la escultura «Cuna de la ganadería» realizada en Satevó, Chihuahua y en Austria el mural “Semillas del Cosmos” en el Museo del Mundo de Viena.
Actualmente Valverde realiza proyectos culturales en las ciudades de Ojinaga Chihuahua, San Francisco California, Esslingen y Viena.
Deidad y catarsis
Nos dice Miguel Valverde: «La máscara es la piel del espíritu»; en este sentido todos llevamos cubierta nuestra esencia con un traje, con un cuerpo, con actitudes, con la personalidad e identidad que nos define, con una envoltura. Sin embargo, hay momentos en que nos despojamos de todo para asomarnos y dejar entrever nuestro yo supremo, nuestra deidad, flor abierta, nopal con todas sus espinas, momento de éxtasis donde somos en nuestra máxima expresión, catarsis, explosión del volcán, rostros genuinos, desfogue de emoción, adrenalina, suspiro que nos recuerda que no necesitamos pensar que respiramos para estar vivos, basta con ser auténticos; y es precisamente la autenticidad una de las características que definen la obra de Valverde, quien se separa del mundo al momento de la creación y entra y va y viene y regresa y nos entrega como resultado su conexión con lo que ve, con sus gustos y aficiones, su relación con lo divino y lo mundano, la alegría de sentir, la libertad que nos transmite en sus trazos abiertos y precisos como alas, pinceladas que son brazos para abarcar y acoger un momento con la visión ampliada de este gran artista contemporáneo para quien todo es susceptible a ser fuente de inspiración, lanzándonos en esta muestra y desde la tercera cuerda las dos caras de una moneda: por un lado gestos transparentes de espectadores y por el otro, como pieza central, un rostro que queda oculto tras un antifaz de “Nopalucho”, mismo que fusiona a la vez otras dos vertientes que en apariencia no tienen unión, no obstante, se encontraron en las pasiones de Miguel: el paisaje desértico y la lucha libre.
Se invita a disfrutar la exposición con la algarabía y el trasfondo de desapego y desahogo que da el llamado arte del pancracio, asimismo, con la oportunidad de alcanzar un estado sublime de gozo al estar frente al ARTE sí, con letras mayúsculas, al ARTE representado aquí con la obra de mi querido amigo y colega, a quien admiro muchísimo, Miguel Valverde.