
Se antoja difícil el hacer una reseña completamente fidedigna sobre Jean «Moebius» Giraud pues su prolífica obra ha tenido la no muy común magia que ha dejado una tremenda influencia no solo en el mundo de la historieta, sino de todas las artes en general.
Inevitable remontarse al tiempo antes de que casi cualquiera pudiera enchufarse a la internet para buscar información sobre lo que fuera de interés, época en que las fronteras de los paises se antojaban aún aventuras exóticas, Moebius se sumaba a una especie de mito de que todo lo francés era más sofisticado, original y literario que la cultura pop norteamericana que siempre nos ha empapado, y como Catherine Deneuve, Jacques Cousteau o Francois Truffaut el autor no se enmarcaba bajo un mero historietista que jimoteaba por el reconocimiento del comic como un medio genuinamente artístico, sino que YA era reconocido como verdadero artista a la altura de cualquiera de los anteriores.
La leyenda es tal, que el finiquitado autor francés goza de un reconocimiento que pudiera intentarse calificar de transgeneracional: por un lado los clasistas del comic presetentero reconocen a Jean Giraud como un excepcional dibujante devenido de los grandes clásicos norteamericanos tirando de influencias entre Hal Foster y Milton Caniff, y por el otro, la que en su momento fuera una tropa de gente joven en la era post-hippie que buscaba una renovación cultural encuentra en la obra de Moebius a un tremendo explorador gráfico de la idea psicotrópica de la cual junto a Alejandro Jorodowsky vendría a volcar todo lo que se conoce sobre las reglas de la narración y las semillas que plantan y germinan en la cabeza de sus lectores.

Jean Moebius Giraud es un autor que se cumple el proceso autoral que hoy se reconoce como de un verdadero innovador y visionario, basado en tres conceptos de la poética griega clásica. En primer lugar esta el aprendiz que comienza a dominar la técnica narrativa del comic en su tiempo de ilustrar las aventuras del Teniente Blueberry magistralmente escritas por Jean Michel Charlier; mientras del escritor aprendió todo cuanto a género, trama y desarrollo de personajes su mano de dibujante, inspirada en los autores norteamericanos clásicos como Hal Foster y Milton Caniff, comenzó a adquirir unas habilidades de representación asombrosas, donde la economía de la línea era la justa para expresar lo que fuera que tuviera que expresar a modo de argumento. Su evolución durante los albums del Teniente Blueberry lo harían, como Jean Giraud firmando como Gir, el punto mas reconocible del comic comercial europeo.
Así, aquellos quienes gustan del comic desde un punto de vista algo conservador, anclados a una época en que la gracia no es tanto el virtuosismo gráfico lo que importa si no mas bién la calidad literaria de la narración misma, quizá no gusten de la obra de Moebius, pero no pueden dejar de reconocer que en al canon del comic pertenecen los albums que narran las andanzas del Teniente Blueberry. Publicada capitularmente en Pilote, la revista fundamental del comic europeo, las historias de Blueberry, un amargado veterano de la guerra civil norteamericana, serian el equivalente a lo que al cine fueron los spaguettis westerns italianos: la apropiación de un género, incluso un mito, completamente norteamericano pero realizado y explotado con una sensibilidad bastante diferente y que tuvo mejor acogida a nivel mundial.
Después de ya conocer y dominar tanto la técnica como las reglas de su ámbito, Giraud sintió la necesidad de experimentar, de expresare en otras maneras: comenzó a enmarañarse como el autor quién es a su vez la obra y la obra que le deja respirar. En el lapso post sesentas las aventuras de Blueberry verían una pausa cuando Gir, junto a algunos otros jóvenes talentos formados en Pilote y quienes se encontraban muy en sintonía a los tiempos que se vivian con la Nouvelle Vague y los descalabros del mayo parisíno de 1968 no solo rompían el cordón umbilical con la generación que los formo, sino que la cuestionaban. Así, en 1974 como una especie de altanería frente a la historieta comercial infantil representada con Asterix y Tintín, Giraud junto a Phillipe Druillet, Jean-Pierre Dionnet y Bernard Fracas fundó Metal Hurlant y con ell nacimiento de dicha publicación Jean Giraud se convirtiria en Moebius, un tremendo artista plástico que ya no atado a la disciplina del trazo clásico que le hiciera famoso comenzaría a presumir de un virtuosismo que le daría un reconocimiento instantáneo.
En solitario aportó para Metal Hurlant a Arzach, un personaje chocarrero sin verdadera continuidad que tan solo servía de motivo para narrar breves aventuras en un tono más bien onírico, y el Garage Hermético, obra fundamental que lo daría a conocer en Estados Unidos. También comenzó una historieta en colaboración con la quimera artística que lleva el mortal nombre de Alejandro Jorodowsky conocida como The Incal y cuya influencia en el género de la ciencia ficción es reconocida a la par de las obras de escritores como Harlan Ellison. Si con Charlier Giraud apredió con extrema disciplina las reglas de su juego, con Jorodowsky Moebius las rompió, transgiverso y reformo cambiando el juego mismo: se transformo en el innovador total.
Su trazo claro y controlado estaba fuera del impresionismo chapucero del fotorealismo que en los 80´s era la excusa de la proficiencia del aerógrafo como hoy lo son los medios digitales: con unas pocas líneas Moebius era capaz de encerrar tremendas ideas que cobran vida en la cabeza del lector; más cercano a la sencillez y expresividad de un Quino que a lo robusto de un Hogarth. Su estilo es quizá uno de los mas reconocibles a nivel mundial y aún así uno de los menos fusilables, aunque no han faltado algunas menciones honorables que inspirados por él lograron romper sus propios paradigmas, como Frank Miller con Ronin o el joven Milo Manara de El Rey Mono.
Como parte del equipo de producción que quedo a la deriva cuando Jorodowsky no pudo realizar su versión cinematográfica de Dune, Moebius junto a H.G. Giger pasaría a ser parte de los diseñadores conceptuales de Alien, de Ridley Scott, con ello incursionando en el mundo del cine y convirtiendose en uno de los visionarios mas requeridos por los cineastas de ciencia ficción: sus sello imaginativo es notorio en Willow, The Abyss y Tron, en esta última animándose a explorar el trabajo en computadora de la primitiva era digital de la cual tendría en 1994 daría algunas opiniones muy interesantes, entre ellas la que mas: «sin lugar a dudas se aproxima el día en que se podrá dibujar directamente en la pantalla de una computadora con tremenda fidelidad, pero no creo que el papel y la pluma desaparezcan, tienen una sensualidad adictiva».

Aunque su estilo es de carácter mas representacional basado en la línea continua, no dejo de demostrar tremenda proficiencia en el uso del color y cuando la Marvel Comics, a traves de Epic, vendría a publicar a finales de los 80´s el total de las obras que hasta ese momento tenía publicadas, Moebius asombro como un visionario y autor total al entero del mercado norteamericano, habitualmente anglocentrista y xenofóbico, que gozaba con dotes para la reproducción de arte de alta fidelidad . Los autores norteamericanos, asombrados no solo por la capacidad técnica del dibujante, comenzaban perplejos a preguntarse como su arte lograba ser reproducido de esa manera (los que se lo cuestionaban desde el interior de la propia industria gringa, como Barry Windsor Smith o Jim Steranko, tuvieron que dar muchas vueltas fuera del medio antes de poder tener un sistema de reproducción decente para sus comics). También participo con Stan Lee ilustrando la historieta del personaje Kirby que le quedaba mas ad hoc: Silver Sulfer, el cual también fue un hito transcultural de la historieta de esos dias.
A mediados de los 80´s y en plena explosión de su reconocimiento como Moebius, Jean Giraud haría la paz con su primera figura paterna, Charlier, y aún regresaría a dibujar como Giraud una docena de albums del buen Blueberry. Después de la muerte de Charlier en 1990, Giraud asumiría el rol de autor completo guionizando el mismo los albums que se publicaron hasta el 2007.

Así, después de dominar su arte y de romper los paradigmas del mismo, Moebius es finalmente reconocido, de una manera u otra, como canon no de la historieta, sino del arte en general. Su propia nación lo condecoraría Caballero de las Artes y las Letras, que lo pone en el mismo escalón que Alain Delón o Jacques Cousteau; hoy día ni directores de cine como Ridley Scott o pueden negar la influencia del historietista galo quién a diferencia de Herge o Walt Disney, es él como autor mas reconocido que alguno de sus personajes u obras.
La muerte de Moebius nos pilla de sorpresa no solo por la habitual costumbre que la muerte tiene para con todos, sino que, quizá ahora que ya no esta, apenas comenzamos a conceptuar que el genial autor era a final de cuentas un ser humano como los del resto del planeta; indudable que su obra no lo será mientras tengamos algo semejante a una civilización que reconozca su cultura.