Mostrología del cine mexicano es un libro creado por cuatro autores especializados en crítica cinematográfica, Marco González Ambriz, José Luis Ortega Torres, Rodrigo Vidal-Tamayo y Octavio Serra Bustamante, todos ellos con un amplio camino recorrido en publicaciones digitales y algunas impresas.
El principal acierto de este su primer libro en colaboración, es sin duda alguna la buena calidad de su manufactura, pasta dura como se requiere en este tipo de ejemplares y a todo color, con un excelente diseño de portada, contra portada, interiores e incluso de guardas. Con el respaldo para poder elaborar 158 paginas divididas en 10 capítulos o categorías, con el sostén editorial del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y La Caja de Cerrillos Ediciones, además del apoyo del material gráfico proporcionado por la Cineteca Nacional, Fonoteca Nacional y la Filmoteca de la UNAM este libro debería cumplir las expectativas del cinéfago más exigente, sin embargo no es así.
Mostrologia del cine mexicano se queda en un intento más por homenajear y volver a popularizar el género fantástico mexicano, pero los textos contienen una lamentable sobredosis de humor y poca información nueva, los fotogramas y fragmentos de carteles que seleccionaron tampoco son desconocidos, por lo que el libro queda lejos de reivindicar y revalorizar la tradición del cine fantástico mexicano. Satánico pandemónium (1973) y El vampiro teporocho (1989) por ejemplo, difícilmente pueden abordarse con el mismo carácter tan divertido sin que sea en tono de chacota, y en un volumen con una exhaustiva investigación bibliográfica e iconográfica como este, no es comprensible que se pueda quedar fuera una película como El caballo del diablo(1975) por incluir El caballo que canta (1963) por mencionar solamente un caso, el cuidar detalles como estos permitirían contextualizar desde un punto de vista más serio el cine de terror mexicano.
Esperemos que pronto se decidan a realizar un libro que por fin haga justicia a los directores, productores, actores y todos aquellos que invirtieron vidas enteras en crear el género cinematográfico de terror en nuestro país y que por fin el público tenga un ejemplar tan maravilloso como lo fue ¡Quiero ver sangre! editado por la Dirección General de Fomento Editorial (UNAM) y Ediciones B con el que el cine de luchadores fue verdaderamente reivindicado y no solo homenajeado.