La noche del 30 de octubre será recordada por el selecto publico que acudió al Teatro de la Ciudad de México, como la noche en que Niña Pastori, se reencontró con su público luego de casi una década de no cantar en la ciudad más grande del mundo.
Los acordes de su nuevo disco «Amame como soy» se empezaron a escuchar en punto de las 18:25 hrs. La magia siguió cuando «La Niña del Flamenco» interpretó sus joyas prestadas, «Te quiero, te quiero» y «Angelitos Negros» aquellas que de la mano de Alejandro Sanz la hicieran popular en todo el mundo hace una década.
Niña dio paso a la magia de sus coristas Sandra Zarzana y Toñi, quienes en ningún momento demeritaron al interpretar en conjunto con ella «Lo que yo daría» y «La quiero a morir».
El descanso vendría luego de unas bulerías, en la que Chaboli, daría una muestra de su maestría en el cajón y las percusiones.
Para el segundo tiempo el piano de mexico-cubano interpreto el clásico «Hola Soledad» que hicieran famoso en su momentos voces cubanas como la de Alberto Beltrán y «El Jefe» Daniel Santo, para darle pasó a un nuevo jefe, Francisco Céspedes, quien lució espectacular, su sola presencia hizo que el teatro se deshiciera en aplausos y vítores para el hombre que hace 20 años nos regalará «Señora» y «Pensar en ti».
Niña se dispuso a interpretar tres de sus temas más sentidos para despedirse luego de presentar a sus músicos: «Mediterraneo», pieza de Joan Manuel Serrat que parece fuera escrita para ella, lo mismo que la bellísima «Cosa», dedicada a su pequeña hija; no así la suerte estuvo esta tarde con Niña en la interpretación de «El Cantante», una de las piezas más emblemáticas de la salsa, aunque con sentimiento, queda claro que no sólo faltó Rubén Blades en escenario, sino lo que por todos es sabido, «El Cantante» es una pieza de autor, hecha a la medida para «La voz», el famoso «Rey de la Puntualidad» Héctor Lavoe.
Niña se disponía despedirse, pero el público la regresó al escenario en dos ocasiones para interpretar «Besame mucho» y nuevamente «Yo tengo una cosa»