Por Norma Lorena Loeza
You were never really here. Reino Unido, Francia, 2017
- Dir. Lynne Ramsey.
- Reparto: Joaquín Phoenix, Ekaterina Samsonov, Alex Manett, John Dorman, Judith Roberts
El más reciente trabajo de la directora Lynne Ramsay, es fiel a lo que otras de sus películas logran con relativa facilidad: estilizar la violencia sin que pierda su crudeza. En aquella memorable cinta “Tenemos que hablar de Kevin” (We need to talk about Kevin, L. Ramsay, 2011) ya habíamos visto como la directora se cuestionaba el llamado instinto maternal, en tonos rojizos y en evocaciones que a ratos parecían confundir el mundo de los sueños con el de la realidad.
https://youtu.be/6tyiJWA5rXM
En esta ocasión Ramsay consigue la misma abrumadora confusión entre lo que se vive, lo que se piensa y lo que se sueña, narrando una historia violenta que solamente se soporta en toda su sordidez, gracias a un cuidado trabajo de cine fotografía y una banda sonora impecable.
Basada en la novela de Jonathan Ames, la historia nos presenta a Joe (Phoenix) un veterano de guerra con estrés postraumático debido a los horrores vividos, que se dedica a rescatar a personas que han sido secuestradas. Vive con su madre lidiando todos los días con su demencia senil, sin amigos y atormentado por pesadillas, visiones y deseos suicidas. Un día lo contratan para rescatar a la hija adolescente de un senador que se presume, está siendo prostituida en una red de hombres ricos y poderosos. Joe realiza el trabajo, pero pronto se da cuenta que tan poderosa es la red de pederastas y que tanto está inmiscuido el propio padre de la niña.
El atormentado Joe, no es más que la expresión en tono trágico de un hombre que puede pensar que el bien existe – en algún lugar y de algún modo- pero no está a su alcance. No sólo es un héroe triste. Es un héroe convencido de que la felicidad no existe y que su único acto heroico es seguir vivo en medio de tanta pobredumbre.
Phoenix logra una de las mejores actuaciones de su carrera, por la que ganó la Palma de Oro como mejor actor durante la edición 2017 en Cannes; Ramsey por su parte, ganó el premio en ese mismo festival al mejor guion. No hay mucho que agregar: la esencia del buen cine es tener una historia que merezca ser contada, elementos para narrarla en lenguaje cinematográfico adecuado y técnicas dramáticas para convencer a la audiencia de que la situación es verdadera o plausible. Todo ello encaja a la perfección en esta cinta, en donde cada escena puede ser usada para dar lecciones de cómo hacer cine en este cine siglo XXI. Altamente recomendable como un respiro para el cine de adultos/as en plena temporada de verano.