En la década de los veintes, el cine estaba sujeto a las convenciones de la época, e incluso sirvió como como una forma de mantener el status quo, en especial en lo que respecta a la postura femenina. Sin embargo, la cineasta Germaine Dulac, una de las pocas directoras de aquel entonces, aprovechó la visión algo más abierta del arte en Francia para dirigir La Sonrisa de Madame Beudet, en donde se atrevía a cuestionar la postura femenina en una relación de pareja en la que ella se sentía totalmente insatisfecha. Aunque demasiado corta para los estándares del cine actual, fue en su momento un verdadero escándalo, y abrió la cinematografía a nuevos niveles, sin contar la gran mayoría de feministas que decidieron tomar cartas gracias a esta proyección.