Promising Young Woman. (aún sin título para México) USA, 2020.
- Dir: Emerald Fennel
- Reparto: Carey Mulligan, Bo Burnham, Alison Brie, Connie Britton, Adam Brody, Clancy Brown, Alfred Molina, Molly Shannon
En Hollywood las películas que tienen a la venganza como tema central, suelen ser enormemente populares. La idea de aguerridas víctimas que deciden hacer el trabajo justiciero que nadie quiere hacer, es una de las temáticas favoritas del público. El asunto es que quienes protagonizan estas cintas rara vez son mujeres, y cuando lo son, tampoco protagonizan un manifiesto anti machista y anti patriarcal como el que esta película nos ofrece.
Si, es verdad que de entrada, puede resultar enormemente incómoda. Pero eso es justamente para lo que fue hecha: deconstruir la deslucida imagen de heroísmo que siempre vemos en el vengador tradicional – sí, seguro les vino a la mente Charles Bronson o Liam Neeson– para cuestionar abiertamente la necesidad de mirar el asunto desde una perspectiva femenina y por tanto, diferente.
Y no con ello quiero decir que no hayamos visto películas mujeres justicieras. Hemos visto a Lisbeth Salander por ejemplo, en las dos versiones cinematográficas de la trilogía Millenium. O aquí en México, en Rencor Tatuado de Julián Hernández(2018).
Pero lo que es nuevo en está película es el intento de desarrollar un discurso diferente acerca de la violencia y el acoso que todos los días y en todas partes vivimos las mujeres. Mostrar a la luz del día la normalización de esa cultura de la violación que no pasa solamente en cerrados círculos de pervertidos aristócratas, cuyo dinero les compra la impunidad.
Fennel decide contarnos cómo esa masculinidad tóxica que genera agresores sexuales, está en todas partes, encubierta, tolerada y consentida. Para ello, construye un guion deslumbrante, provocador e inusual, que oscila entre el drama, el suspenso, la comedia romántica y la comedia negra sin pausa para el espectador. Hay frases que erizan la piel, no por diferentes o audaces, sino porque son fácilmente reconocibles para nosotros, las hemos escuchado en nuestros círculos cercanos con mucha frecuencia.
¿Y de qué va la cinta? Esta sofocante historia nos presenta a Cassie (Mulligan) una chica que abandonó su carrera universitaria, vive con sus padres y tiene un trabajo sin futuro en una cafetería. Por las noches, visita bares, finge estar pasada de copas y espera que un hombre se le acerque, para abusar de ella. Nunca falla. Es en ese momento que Cassie los sorprende, los exhibe, los atemoriza y de algún modo, cobra venganza.
La razón de su extraña cruzada vengadora, es la muerte de su mejor amiga, víctima de un grupo de violadores de ocasión, sin que nadie hubiera castigado a alguno por ello. La película nos muestra también todo lo que destruye un feminicidio, más allá de la víctima misma. Nos lleva por un camino empedrado que puede indignarnos, asquearnos, escandalizarnos, pero no dejarnos indiferentes, ni dejar de preguntarnos ¿no es quizás lo que yo hubiera hecho?
La mesa queda puesta para la controversia. Hay a quien le ha parecido un exceso. También hay que decir que a las mujeres no nos deja bien paradas, también nos toca, digamos, cuando nos señalan como parte de un sistema que no empatiza con las víctimas, pero sí con los agresores.
Si, en general diremos que la cinta no es fácil de ver, pero es absolutamente necesaria en tiempos como los que vivimos. Siendo la violencia un tema tan grave, es necesario ocupar los espacios de que disponemos para denunciarlo, y eso es justo lo que esta película hace con sobrado oficio narrativo.
Si el cine sirve para contar historias, es hora de que empiece a contar algunas como éstas. Y si para ello hay que alterar algunas buenas conciencias, empecemos entonces con las que protegen las masculinidades tóxicas y a los agresores impunes. Eso es quizás lo que yo también hubiera hecho.