Por Norma Lorena Loeza
Three billboards outside Ebbing Missouri. USA 2017.
- Dir: Martin McDonagh
- Reparto: Frances McDorman, Sam Rockwell, Woody Harrelson, Caleb Landry Jones, Abby Cornish, Peter Dinklage.
De poco sirven los discursos inspiradores, cuando no son capaces de remover fibras sensibles, de mostrar las contradicciones, de indignar y fascinar al mismo tiempo. Y el cine tampoco serviría para eso, a menos que lograra plasmar en la pantalla, la realidad en toda su crudeza y aun así poder arrancar una carcajada.
Esta película es una muestra de la inteligente conjunción de esas dos cosas, al grado de que es difícil decidir si se trata de una cinta dramática o de una comedia negra, porque no hace otra cosa que mostrarnos las contradicciones de la vida misma.
McDonagh logra con esta película una de las más ácidas críticas a la sociedad norteamericana, partiendo de un escenario en esencia simple: el de la comunidad rural, el pueblo chico que es un infierno grande, en donde las virtudes y defectos se magnifican y confrontan.
La película narra la historia de una mujer que desesperada por la ineficiencia de las autoridades locales en resolver la violación y muerte de su hija, decide hacer un reclamo público exigiendo respuestas en tres escaparates comerciales a las afueras del pueblo. Es aquí que el pequeño poblado de Ebbing Mossouri, (a quien le había tenido sin cuidado la brutalidad del crimen) toma partido en esta descarnada lucha, donde las personas no se mueven en tonos de blanco y negro, sino en toda una gama de claroscuros.
Personajes tan complejos, solo pueden ser interesantes en la medida que se les dota de líneas de diálogo brillantes y se consigan actuaciones destacadas. En este sentido la película cumple y con creces. El destacado trabajo del elenco hace que ante nuestros ojos los estereotipos se retuerzan, se humanicen, se muestren en toda su intolerancia y sus infinitas contradicciones. Y aun así no consigamos odiarlos, amarlos o identificarnos plenamente con ellos.
Será difícil de olvidar el discurso de McDorman sobre la hipocresía dirigido a un sacerdote, o su plática sobre la reencarnación con un venado. Y no está sola: Rockwell hace toda una creación del americano blanco, perdedor, intolerante, racista, que sin embargo, también capaz de entender que todos somos las piezas de algo mucho más grande.
Al final, poco importa si la justicia se logra o no. Ya todos los involucrados jugaron un papel en la escena y el pueblo sigue con su vida, solamente con una certeza: a las personas no las definen sus acciones, sino el lado del campo en que deciden jugar.