
Presentando un evento diferente a los que últimamente estamos acostumbrados a ver, el Festocomic fue muestra de aquellas ya viejas reuniones del siglo pasado entre moneros y comiqueros, artistas y fans, colegas nuevos y de la vieja escuela en un espacio que si bien resulto pequeño físicamente, fue enorme en cuanto al gusto de encontrarte nuevamente en una verdadera convención de comics como hace tiempo no se veía en México.
Desde la entrada misma -y a pesar de que en la revisión de mochilas y bolsas tardabas un poco- ya encontrabas autores y productos a escoger, lo mismo «la Choya Atómica» que «Automatic Laundromat», junto a ellos Antonio Alfaro, dibujante oficial de los Padrinos Mágicos para Nickelodeon y quien gustosamente enseñaba a los niños que se acercaban a pedir un sketch a dibujar el personaje solicitado.

Metros más adelante Sixto Valencia y José Luis Durán entre otros, mostraban el gran conocimiento y experiencia de toda una vida en la historieta a través de fotografías, dibujos originales y sketches.
Y para quienes pensaban en alguna división temporal o de estilos dentro del Festo, sólo dabas unos pasos más y te hallabas de frente a representantes de la última década del milenio pasado: «Frik» y Peláez quienes mostraban material clásico y nuevo de su producción junto a artistas relativamente nuevos como Beto Chiñas y «Étnica» revista independiente.

Entonces venía el primer descanso, una enorme Calavera Catrina con una altura mayor a los 5 metros, te permitía admirar el arte mexicano y a la vez nos puso a sufrir a los que no teníamos un lente especial en nuestra cámara fotográfica y nos obligaba a retratar la bella figura en varias tomas.
Pasado el impacto visual te encontrabas a más y más autores que uno como fan siempre se desea encontrar y platicar con ellos. Luis Fernando, Bef -quien además vendía material para dibujo (confieso que en lugar de algunos comics que tenía planeado comprar, adquirí dos plumones pincel con los que aprovechando dibujé un pequeño sketch para Bef y me dí mis 15 segundo de fama)-, Pepe Quintero y su ya legendaria y nunca suficientemente considerada Buba; y en el ir y venir lo mismo veías a Edgar Clement que a Bachan, a Gantús recorriendo el espacio viendo si los artistas requerían de algo más que facilitara su labor.

Y si creían que eso era todo, en un espacio al fondo te encontrabas con «Zombies vs. Payasos» presentando su número 1 y anunciando la inminente salida del número 2.
Entonces veías como la gente subía al segundo nivel apresuradamente, no crean que era por falta de condición física, sino porque en dicho nivel estaban algunas de las planas mayores del arte nacional: Rius, Humberto Ramos y Edgar Delgado; el primero a través de publicaciones individuales y en conjunto, Humberto realizando portadas individuales de Spiderman a quienes tuvieron la posiblidad de adquirirla; y finalmente Delgado quien nos hizo recordar aquellos tiempos en que se arriesgaba a publicar un comic con personajes antropomorfos a través del nuevo compilatorio del «Ultrapato», cuya presentación -compendio- nos narra la historia clásica del pato adaptándola a tiempos y situaciones nuevas y cuyo impacto quizá no tarde en darse por parte de los lectores.
Para cuando llegabas a este punto, llevábamos ya cerca de 2 horas dentro del Centro Cultural España, tiempo que resultó corto y que a pesar del cansancio físico, te invitaba a dar uno o dos recorridos más por si habías olvidado algo en las compras o los autógrafos.

Sí, fue un evento nuevo en nombre, en imagen; pero para todos los que recordamos los eventos aquellos de los 90’s fue vivir nuevamente el disfrute de ser fan o de ser un artista nuevo que se encontraba con los culpables de dedicarnos a esto… en fin ojalá sea el primero de muchos y cada vez seamos más los que estemos en ambos lados de las mesas, ya sea pidiendo un autógrafo o agradeciendo a la gente que sigue nuestro trabajo.