Norma Lorena Loeza
Idí i Smotrí. URSS (1985)
- Elem Klimov
- Reparto: Aleksey Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius, Vladas Bagdonas, Jüri Lumiste, Viktor Lorents.
En cualquier recuento sobre la historia del cine, el género bélico ocupa un lugar destacado. Es difícil imaginar un escenario más apropiado que el campo de batalla, para contar historias de lealtad, valentía, coraje, dolor, sacrificio y sobrevivencia. Esta característica en particular, asoció al cine bélico con mensajes políticos determinados, sobre todo tratándose de las Guerras Mundiales, en donde los vencedores se encargaron de filmar su versión -en ocasiones- distorsionada del real acontecimiento histórico.
Pero afortunadamente no todo es Hollywood y el cine, como arte e industria, también se construyó a partir de propuestas con miradas diferentes. Tal es el caso de esta cinta de origen soviético, filmada cuando todavía la URSS existía. La película se filma con el objetivo de conmemorar la victoria soviética sobre la Alemania nazi. El encargo recae en el cineasta Elem Klimov, quien decide contar una versión diferente retomando los sangrientos relatos de quienes sobrevivieron a la política de tierra arrasada desarrollada por el gobierno alemán en Bielorrusia. Para ello, se basa en los testimonios contenidos en el libro “Soy de la aldea en llamas” (de A. Adamóvich, quien también colaboró como guionista en esta película) y así construye una de las películas bélicas más sorprendentes y brutales de todos los tiempos.
Klimov sitúa su película en 1943, cuando un adolescente es testigo de cómo se arrasa su aldea y en su intento de huir, presencia la masacre brutal de otras comunidades, en donde no se tiene ningún miramiento aún si se trata de mujeres, niños/as o personas adultas mayores. No hay palabras para describir la transformación paulatina en la mirada de un aterrado joven que observa cómo se desmorona el mundo – su mundo- y se enfrenta frontalmente a la maldad descarnada.
Considerada una de las mejores películas de todos los tiempos, tiene la majestuosidad de una cinematografía impecable, contiene metáforas visuales que sacuden a las y los espectadores, y además contiene una belleza sobrecogedora en el retrato de la brutalidad, que la convierten en un auténtica obra maestra. Si bien la historia no ofrece concesiones de ningún tipo, el trabajo cinematográfico es tan destacable como para recordarnos que el arte y la visión de lo estético siempre pueden reinventarse.
La cinta se estrenó por primera vez en 1985, sacudiendo consciencias en todo el mundo. Actualmente se presenta en su versión restaurada – trabajo que fue premiado en el Festival de Venecia, donde ganó el premio a Mejor película restaurada en 2017- y es la mejor oportunidad de verla en pantalla grande. No hay palabras para contarles lo aterrador de la brutalidad. Es por eso que mejor te decimos: ven y mira.