Este verano de 2010 no pasará a la historia por ser muy bueno, pero nosotros -como audiencia- nos lo estamos buscando. La saga de los vampiros sigue siendo rentable y Shyamalan lo hizo de nuevo, arruinó su adaptación de Avatar (aunque la taquilla de ambos filmes asegura secuelas). En la red ya circulan comentarios sobre Avatar; algunos de ellos dicen así:
The Last Airbender is an insult to anyone with a triple-digit IQ,
The movie ends on a cliffhanger, but the thought of a sequel seems either delusionally optimistic or downright cruel.
Por otro lado, los espectadores somos culpables si no protestamos ante una imposición que va en detrimento de los que amamos el cine; el doblaje debe ser una opción, jamás una obligación. Y es lo que las distribuidoras y las cadenas cinematográficas no están recetando. Igual que pasa con el canon, defender una industria, evitarle que compita, sólo la hace más débil y la sostiene pasando por encima de los consumidores.
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