A continuación presentamos la segunda parte de la reseña de Laura Bolaños Cadena, sobre la historia de las historietas en México. Pueden leer la primera parte de este texto aquí.
«Fue hacia mediados de los años cuarentas cuando Yolanda Vargas Dulché entró al Pepín a escribir argumentos para historias de tema amoroso, que estaban empezando a despertar gran atención entre el público de revistas de historieta. En vista del éxito, Chamaco, la otra revista diaria, decidió competir con series del mismo tipo. Intentó atraer a escritoras como Catalina D’ Erzell y Rosario Sansores«.
Finalmente Elia D’Erzell, hija de doña Catalina, quedó como argumentista. Guillermo de la Parra Loya había entrado casi al mismo tiempo resultando su trabajo muy exitoso en el nuevo género. Luego apareció Deifilia Trujeque que fue contratada por poco tiempo. Continuaban publicándose tanto en Pepín como en Chamaco, las series policíacas, cómicas y de aventura alternando con las de tema romántico. En Pepín triunfaba también José G Cruz, autor del argumento y la ilustración de sus historias en las que combinaba dibujo con fotografía. Pero a pesar de incluir cuestiones amorosas, sus series eran más bien de tipo masculino.
Al sobrevenir los cambios en la revista Chamaco, la nueva dirección decidió, acatando el mandato del mercado, publicar sólo historias con temas sobre conflictos de pareja, para lo cual era preciso formar un equipo de argumentistas. Tras reiteradas pruebas, dicho equipo fue quedando integrado sólo por mujeres. Guillermo de la Parra fue el único hombre, después del iniciador del género, que abordó con éxito la historieta de tema amoroso.
Se constituyó en Chamaco un selecto grupo de escritoras. Deifilia Trujeque fue llamada de nuevo a colaborar y tras ella ingresaron Josefina Díaz Herrera, Alicia Ibáñez Parkman, Carmen Hernández, Raquel, que cambió luego su seudónimo por el de Abril, y algunas otras cuyo paso por la revista fue efímero. Estas argumentistas constituyeron la base del éxito de las novelas completas editadas en formato de libro: EL LIBRO SEMANAL, la primera revista de historietas que apareció con esta presentación y con estos temas no sólo en México, sino en todo el mundo del «cómic». También estas escritoras iniciaron La Novela Policíaca que después fue continuada por otros escritores, varones en su gran mayoría.
Años después enriquecieron el elenco de El Libro Semanal elementos como Elva Bolaños, Guadalupe de Vega, María Luisa López, Amparo Rodríguez y Marta Eugenia.
Entre las revistas con las que entró al mercado Editorial Vid: la Doctora Corazón, Lágrimas y Risas y Memín Pinguín, más las posteriores lanzadas por Novedades Editores: El Libro Sentimental, El Libro Pasional, Cuerpos y Almas y las fotonovelas Novelas de Amor y Fiesta, la historieta basada en argumentistas mujeres dominó el mercado durante decenios. Sólo igualaron su éxito entre las editadas por Novedades, las masculinas El Payo, El Libro Vaquero y sobre todo Chanoc. Pero las mujeres en la historieta mexicana hemos tenido y mantenemos un peso decisivo.
Hay que subrayar que este peso en toda nuestra producción, pero en especial desde El Libro Semanal, hoy Historia Semanal, tiene gran influencia entre el público por lo que respecta a su línea a favor de la dignidad de la mujer.
Nuestro triunfo se debió y se debe a otro de los cambios en la línea argumental, aportación de las mujeres historietistas. Acabamos con la novelita rosa cursi de la niña buena, el príncipe azul salvador de la Cenicienta, la mujercita abnegada y sumisa, sacrificada, sufrida, protagonista de radionovelas, telenovelas y cine de la época. Por primera vez las heroínas eran mujeres que disponían de su propio destino, se liberaban de las cadenas familiares y sociales y de la sujeción económica. Rompían moldes atrasados, estudiaban, trabajaban, vencían adversidades. Se ridiculizaba al macho y a las agachonas y se exaltaba el amor verdadero que no necesita esclavizar a otro. Envuelta en la historia de amor se hacía crítica social.
Lo curioso fue que tan innovadora postura – estamos hablando de algo que se inició hace más de cincuenta años -, tuvo gran éxito cuando todo el ambiente estaba en contra. Esto ocurrió gracias a la buena factura del guión literario que no necesitó moralejas ni obviedades para llegar al público. Constituyen verdaderas novelas cortas ilustradas. Esta línea sigue triunfando en la revista actual Historia Semanal.
A pesar de nuestra gran aportación hemos sido ignoradas, vale decirlo, por quienes escriben sobre la historieta mexicana. Hasta aquí historias e investigaciones sobre este modo de expresión consideran «historieta» sólo la historieta masculina. La de héroe, la de aventuras, policíaca, cómica, etc. Colecciones como la que se exhibe en el museo de Carlos Monsiváis, no tienen al respecto, ni siquiera una mención. Los trabajos de investigación sobre nuestra historieta, si acaso, mencionan a Yolanda Vargas, generalmente por el Memín. A veces aluden a su otra producción, pero sin reconocer su importancia en una época de la historieta en nuestro país. De las otras, menos aún. El Libro Semanal merece alguna que otra mencioncilla de paso, como si el giro que hizo dar a todo el género no hubiera existido. Mucho menos se habla de la contribución de las argumentistas del equipo de Novedades Editores a la dignificación de la mujer, línea que continúa en Historia Semanal.
Sólo la investigación realizada por nuestra UNAM ha hecho algo de justicia a la historieta que, aunque hecha por mujeres y con mayoría de lectoras mujeres, tiene también al menos un 30 por ciento de lectores masculinos. Y ha demostrado extraordinaria vitalidad al permanecer desde 1952 en el gusto del público. Todos los intentos de competencia acabaron en fracaso. Ha sobrevivido inclusive a la desaparición física de la gran mayoría de sus creadoras. Ojalá en la nueva etapa sea posible reclutar elementos jóvenes que den continuidad a este tipo de producción. Sobran talentos. Falta que escritores noveles comprendan que la historieta es un medio de expresión tan bueno y digno como cualquier otro y con la cualidad de ser amplio e ilimitado como la imaginación. Ya hay jóvenes de los dos generos que realizan historieta de autor. Ojalá entiendan que no es malo gustarle al público y que se puede hacer labor social con buena factura literaria y artística aun dentro de un medio popular.