Existen algunas posiciones que, sin importar que tan bueno o malo sea tu desempeño, tienes asegurado un lugar en la posteridad, y el Papado es uno de ellos. Benedicto XVI fue un pontífice que, desde los primeros momentos, estuvo sujeto a multitud de polémicas: Desde su pasado como miembro de las Juventudes Hitlerianas, hasta el hecho de venir a suceder a uno de los papas más carismáticos que ha habido, y si a eso le sumamos su postura conservadora, incluso para la visión católica, es un hecho que la tenía difícil. Pero quizá lo más curioso, es que logró su lugar en la posteridad precisamente por reconocer estas dificultades. Lo que no hizo todo su pontificado – por más que intentaron darle una buena imagen – lo consiguió con su renuncia. Al convertirse en el primer Papa en renunciar desde el Renacimiento, se ganó un lugar en la historia que será muy difícil que pierda. No cabe duda, a pesar de su desempeño tan gris, se ha ganado la posteridad.