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- Abel. México (2010)
- Dir. Diego Luna
- Reparto: José María Yazpik, Christopher Ruiz Esparza, Karina Gidi.
Calificación 3 estrellas
Tarde, pero finalmente se puede ver todavía en algunos complejos el éxito taquillero del año, en lo que a cine mexicano se refiere. Tiene su encanto después de todo, acercarse a las propuestas cinematográficas que generan interés, una vez que la promoción ha pasado y que la euforia se ha calmado un poco. Digamos que uno ya ha escuchado lo que se dice a favor y en contra, y puede ver la película de manera un poco más objetiva.
Y lo primero que se podría decir de esta película, es que resulta incomprensible que los apoyos de Fidecine, y el Gobierno de Aguascalientes vayan a parar a un propuesta como ésta, solamente porque tiene el aval de estar dirigida por Diego Luna y porque el nombre de John Malkovich aparece entre el de los otros tres productores. La película tiene algunos aciertos sobresalientes, pero al final, es una propuesta que bien podría pasar sin pena ni gloria, y sin aportar gran cosa a la industria mexicana.
Entre los aciertos está el de constituir una historia bien contada, que se separa un poco de la tendencia a contar historias urbanas al desarrollarse en Aguascalientes. También retrata realidades cotidianas de cómo viven las familias mexicanas asuntos como el machismo y la migración. A ratos divertida y conmovedora, cumple cabalmente con la función que para muchos es la más importante para pagar un boleto y entrar a las salas: entretener.
Pero nada más que eso. La película narra la historia de Abel, un niño con un desequilibrio emocional – nunca nos explican bien a bien de qué se trata- y su familia, en donde la madre tiene que ver por sus tres hijos, ya que el padre emigró a Estados Unidos y tiene tres años que no saben nada de él. Abel regresa a su casa, y en su desequilibrio – o fantasía- se asume como el padre ausente. La madre decide seguir el juego pensando que es mejor eso, a que el niño termine en una institución siquiátrica en la Ciudad de México. Sin embargo, el padre regresa y eso genera un conflicto general para la familia y especialmente para Abel, al punto de que la historia alcanza entonces su momento más trágico.
La lupa puede estar sobre el tratamiento que Luna hace sobre la familia y su disfuncionalidad, un retrato tragicómico que forma parte de una realidad que desgraciadamente es muy extendida en nuestro país. El espectador encuentra muchos elementos como para hacer empatía con los personajes y entender sus motivaciones, lo que lo mueve a la risa, al mismo tiempo que lo conmueve.
Sin embargo, es lamentable el tratamiento que se hace específicamente del padecimiento del niño. Nunca se sabe que es lo que le sucede, y pareciera que hay que dar por sentado que adoptar una personalidad determinada, después de haber padecido algo similar al autismo, es coherente y veraz. Una importante falla en el guión, es no dejar claro ese asunto, porque es la columna vertebral de la trama. Y es lamentable también, pensar que no hacía falta explicarlo por dos posibles causas: la primera, porque de todos modos el público sabe muy poco de enfermedades neurológicas y emocionales, así que no se cuestionará la posibilidad de que el comportamiento de Abel sea posible. La segunda, porque tiene que ver con los patrones culturales con los que en general, los mexicanos afrontamos el proceso de salud- enfermedad: en medio de la ignorancia, como una carga o como un castigo, en donde todas las desgracias colaterales ya son cuando menos, un recuento anecdótico.
Por lo demás, como ya dijimos, nadie podría decir que la película no cumple con su cometido de entretener. Palomera y ya. Es triste pensar que esta sea la propuesta más sólida de nuestro cine para la temporada, pero ha generado ganancias en taquilla y eso puede resultar un importante respiro para la industria, pensando en que a pesar de quedar en pocas salas e ir de salida, ha resistido el embate de los blockbusters del verano.
Lo mejor.
- Los niños, sin duda. Christopher y Johnatan Ruiz Esparza, hacen grandes actuaciones, genuinas y espontáneas. Sus intervenciones son en realidad lo que hace divertida la película.
- De entre los adultos, destaca el trabajo de Karina Gidi, que hace el papel de la madre de Abel. Un gran descubrimiento y un gran acierto el darle el estelar.
- El retrato de la provincia de agradece, ya que en pocas veces pensamos en las historias de cotidianas de los pequeños pueblos y ciudades.
- Un retrato realista de los conflictos derivados de la migración y del machismo alejado de la influencia matriarcal clásica.
Lo peor.
- Ya lo dije antes, pero vale la pena recalcarlo: una visión burda y simplista de lo catastrófico que son las enfermedades neurólógicas y emocionales, tanto para quien las padece como para quien está a su alrededor.
- La primera parte es lenta. Pocas explicaciones y secuencias largas aburren y en realidad no te preparan mucho para el desarrollo central.
- Inconsistencias en la trama y detalles poco cuidados que son difíciles de creer. La cámara con las fotos de la otra familia, por ejemplo.
- El final… está bien que no acabe con una fábula moral y algo así… pero como nos falta información, la cosa parece muy, muy pero muy incomprensible.