Borat. A subsquent Movie Film. USA 2020.
- Dir: Jason Woliner
- Reparto: Sacha Baron Cohen, María Bakalova
Mucho se habló hasta hace unos meses, del proyecto que Sacha Baron Cohen desarrollaba en un estricto secreto para traer a Borat nuevamente a la pantalla. Sin embargo, el asunto era mucho más complejo que solamente decir que era necesario recordar al personaje con el que saltó a la fama el actor de origen británico. Borat es una película difícil de olvidar, debido a su carácter transgresor que no establece límites claros entre lo sorprendente, lo cómico o lo desagradable.
Y es que a veces no sabemos a ciencia cierta qué es lo que nos gusta de Borat, ni tampoco qué es lo que nos desgrada tanto. La primera entrega sorprendió al mundo evidenciando para los propios norteamericanos, que así como estereotipan al mundo entero a punta de prejuicios, el mundo también tiene una imagen suya que puede que tampoco les parezca tan agradable.
Y en este dialogo de mentiras, prejuicios e ignorancia, era muy difícil no reírse, no asquearse, pero tampoco quedarse indiferente. No por nada, el solo nombrar a Borat, aún sin saber si era verdad o no lo de la secuela, ya era suficiente razón para mantener la expectativa.
Y finalmente, el momento llegó, acorde a los tiempos actuales vía la plataforma Amazon y con una trama actualizada para abordar temas como el Covid 19 y las elecciones en Estados Unidos, junto al racismo, el machismo y la pedofilia.
Puede que Borat 2 no sea tan sorprendente como la primera entrega, que encontró al mundo desprevenido ante la irreverencia y el ácido humor que explotaba en la pantalla. Pero una vez pasada la sorpresa, la arremetida es francamente brutal y sin concesiones.
En esta segunda entrega, el ahora famoso Borat Sadgiyeb (Baron Cohen) nos actualiza narrando que 14 años después de haber estado en USA, su país natal lo habría mantenido encarcelado por haberles avergonzado internacionalmente.
Para lavar su honor y alcanzar la libertad, Borat es encomendado a volver a USA, y entregar un tributo a Michael Pence (el actual Vicepresidente) para ser aliados del imperio, y con ello olvidar el agravio del pasado.
Ni qué decir que todo anda mal: Borat hace el viaje con su hija, que terminará siendo el tributo, pero esto apenas empieza. La Norteamérica a la que regresa Borat también ha cambiado en todo este tiempo, pero quizás no para bien. Y es justo en ese momento que la secuela nos recuerda que lo que nos gustaba de Borat, es lo poco piadoso que resulta cuando de exhibir los defectos de lo más rancio de la sociedad conservadora estadounidense se trata.
Quizás en mayor medida que la primera entrega, lo hilarante va dando poco a poco, paso a lo aterrador. Temas como el aborto, la pedofilia, el racismo, y la polarización, llegan en la historia a crecer al punto de no saber si la película es denuncia, documental, reportaje, comedia o farsa.
Y es que al final, resulta muy perturbador que la mayor parte de las cosas más impactantes que se ven en la pantalla, no son parte de un guion, ni son actuadas. Son las reacciones naturales de gente verdadera, incluido un bochornoso momento protagonizado por Rudolph Guiliani, destacado miembro del partido republicano y cercano al presidente Donald Trump.
Y sí, al final una termina por entender por qué se mantuvo en silencio el proyecto. Nunca hubiera salido a la luz en el momento adecuado, que es el presente. También se entiende un poco mejor qué es lo que más nos perturba de la propuesta: el espejo en el que de muchos modos como sociedad nos reflejamos. A lo único que es difícil dar respuesta, es a la elemental pregunta… bueno, y al final ¿de qué te ríes?