Por Helen Kei Aguilar
Héroes, villanos, amazonas, monstruos, extraterrestres, mapaches y árboles caminan por la calle, se suben al camión, andan en el metro, van al cine y también se pasean por los centros de convenciones, ganándose la adoración y envidia del público voluntario e involuntario. Todos estos personajes (y muchos más), dan el brinco de las páginas de los cómics a la realidad gracias a meses de investigación, cacería de telas y materiales, ensamblaje, risas, lágrimas y maldiciones, lo que resulta en el famoso cosplay.
El cosplay está malamente asociado a la imagen de adolescentes insípidos que no han encontrado otra forma de entretenerse más que con el hobby halloweenesco de ponerse un disfraz para ‘parecerse’ a tal o cual ‘monigote’. Si lo vemos desde esa perspectiva de padre de familia que creció en los 50’s, el cosplay sí puede sonar absurdo e infantil, pero la realidad es que se ha ido convirtiendo en un complemento importante dentro de la comunidad de los cómics.
Por lo general, si uno va a algún lugar remotamente conectado a los cómics, siempre habrá alguien haciendo cosplay, ya sea con un disfraz básico comprado en el supermercado, o con un vestuario tan complejo y elaborado que hace a uno preguntarse cómo es que no tiene su propia película, o las chicas que quieren presumir el físico y les da por sexificar a su personaje masculino favorito. Entonces, terminamos encontrándonos con Deadpool, el Joker, Harley Quinn, Groot, Superman, Lady Deadpool, Flash, Hulk, el Joker de Heath Ledger, Green Lantern, Wolverine, Harley Quinn de Arkham Asylum, Spiderman, Magneto y, por si lo extrañaban, Deadpool versión [lo que sea que se les ocurra].
El cosplay, como expresión artística, ayuda de cierta forma a demostrar el impacto de un personaje y lo que representa en sí mismo o la historia en la que aparece, y actúa como una buena forma de publicidad para atraer a nuevos lectores. No sólo se trata de alardear de las increíbles habilidades que tiene uno como modista, sino que es buscar la manera de acercarse a los artistas y a los personajes que crean, es apropiarse del personaje, aceptarlo como suyo, darle su propio toque y crear su
Todo esto suena muy padre y eso, pero hay eventos y artistas que no ven con muy buenos ojos todo aquello del cosplay porque, lo creamos o no, esta situación aparentemente inofensiva de gente haciendo atuendos basados en personajes de cómics es muy controversial; artistas veteranos como Pat Broderick (conocido por su trabajo en Batman: Year Three) han sugerido que los dibujantes y escritores tengan su propio espacio lejos de los invitados que hacen cosplay porque no les hace gracia que estos chavos vayan y se planten frente a sus mesas, impidiendo que firmen autógrafos y vendan libros o productos donde aparecen los personajes que inspiraron al cosplay en primer lugar. La opinión del señor Broderick es totalmente válida y respetable, es decir, los organizadores pueden incluir al cosplay y promoverlo, pero no se vale elevarlo más que a los cómics; el cosplay depende de ellos, no al revés. Lo que sí está fuera de lugar es atacar a los chicos del cosplay y pretender de la jugada por completo.
El cosplay es a veces el primo incomodo, pero si no existiera, las convenciones no serían tan coloridas ni jocosas, sería como eliminar a las figuras de acción que tanto hacen babear a coleccionistas y a niños por igual. El cosplay es la estética y el arte vivos como un homenaje a aquello que nos inspira, es la representación física de las imágenes e historias que amamos de los cómics. Así que vayan, perfeccionen sus trajes, bailen la macarena y hagan que Deadpool se sienta orgulloso.
En la siguiente entrevista conocemos un poco más del trabajo de algunos de los Cosplayers que están empezando a destacar en el medio.
Algunos de los Cosplay presentados, fueron parte de la promoción de 20TH Century Fox de Dragon Ball, la resurección de Freezzer. Puedes ver la galería completa en nuestro Facebook Oficial.