Después de once años de chutarnos estas películas, por fin llega la quinta y última, o eso nos dicen, entrega de la sangrienta saga “Destino Final”.
Siguiendo la misma fórmula que ha vuelto famosas a estas películas, “Destino Final 5” cuenta la historia de un grupo de empleados de la compañía irónicamente llamada “Presage” (Presagio), quienes son enviados a un retiro corporativo. Durante el trayecto, Sam (Nicholas D’Agosto) tiene una visión que le advierte de su muerte y la de sus compañeros al desplomarse el puente en el que se encuentran. El joven previene a los demás, logrando salvarse a sí mismo y a 7 más. A partir de ahí, se trata de una muestra macabra de cómo van muriendo cada uno de los sobrevivientes y de encontrar la manera de evitarlo.
Aunque parece que hemos visto la misma película una y otra vez, los creadores continúan sorprendiéndonos, creando momentos tensos y estresantes, guiándonos en diferentes direcciones haciéndonos pensar en lo obvio, todo para culminar con una muerte inusual, creativa y a veces un poco ridícula, exagerada y risible.
Como siempre, la trama también incluye un guiño a las otras películas, ya sea con un cameo o regresando a escenarios familiares o simplemente recordando las escenas más brutales que nos han deleitado a lo largo de los años, como aquella en la que dos chicas se calcinan en una cama de bronceado o cuando un muchacho es aplastado por un panel de vidrio… buenos tiempos.
Los elementos que le dan un plus a la película son definitivamente el audio y el 3D. El audio siempre hace que crezca ese sentimiento de incertidumbre y de nerviosismo, hasta el punto en que ya no conviene tener la boca llena de palomitas o golosinas en caso de tener que soltar una que otra exclamación y alguna risilla después. El 3D está muy bien logrado, especialmente en la introducción, cuando hay cristales y cuchillos volando por doquier, y otra escena que nos pilló fue cuando salió volando una llave francesa (lo sabrán cuando la vean); de ahí en fuera, no es para tanto.
Obviamente no vamos a ver esta película en los siguientes Oscares, sobre todo no por la interpretación de los actores en papeles tan estereotípicos (con “token black guy” o “tradicional hombre negro” y todo), pero es buena para pasar el rato, reír, entrecerrar los ojos y salir del cine con el temor de morir en cualquier instante; claramente, no es para personas débiles de estómago o que se ofendan fácilmente. En general, lo que más se escuchaba eran “oh”, “ah”, “uh”, “jajaja” y hasta un “órale, échate un taco de ojo” (también la reconocerán cuando la vean).