Japón, como en muchas otras cosas, suele comportarse de forma muy extraña en otros aspectos. Si bien en la cuestión de la piratería son incluso hasta más severos que en Occidente, existe una práctica que sería imposible de imaginar, que el el doujinshi. Literalmente, se traduciría como «Publicado por una sola persona», y son mangas realizados totalmente por aficionados – o cuando menos así es en teoría – y vendidos en un tiraje minúsculo entre amigos y aficionados. Básicamente, existen tres tipos de ellos, que es el doujinshi original, en donde el autor publica sus propias historias; el fan doujinshi, donde se realizan historias personales con personajes reconocidos; o el H-doujinshi, en donde personajes de mangas populares son representados en situaciones.
Hasta la fecha, ninguna editorial o autor ha perseguido a un autor de doujinshi, incluso aunque algunos ganen cantidades razonables con sus personajes, debido a que, al final, representan una fuente enorme de publicidad, e incluso un impulso de venta. El comprador japonés es especialmente completista, y aquellos que buscan el doujinshi de alguna determinada historia, buscarán también hacerse de la producción original. De hecho, para muchas editoriales, es incluso mejor opción el tener varios autores trabajando en sus licencias, pues a major número de realizadores, implica un mayor prestigio, y por tanto, mejora la popularidad de los mismos.
Por otro lado, no es raro que muchas editoriales sigan de cerca a algún autor de doujinshi especialmente talentoso, y obtener de ahí cantera para sus siguientes trabajadores. Una gran cantidad de mangakas famosos de la actualidad iniciaron en ese medio. Pero cuidado, pues si alguien quiere usar un personaje para algo que no sea para crear historias, ya sea en un escaparate o dentro de algún anuncio publicitario, se enfrentaría a todo el peso de los abogados.
Como podemos darnos cuenta, todo en Japón funciona diferente, incluso los derechos de autor.
El doujinshi
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