Greystoke Park. USA (2012)
- Dir: Sean Stone
- Reparto: Sean Stone, Oliver Stone, Alexander Wraith.
La opera prima del hijo del famoso y controvertido director de cine es una película de terror con las conocida técnica de la cámara al hombro, documentando una pretendida “situación real.” En este caso, se combina con un trabajo sutil de recreación con algunos efectos especiales y musicalización, que vimos primero en “Cloverfield”(M. Reeves, 2008) por ejemplo, y que está bastante lejos de esta película. Desde aquella legendaria “Bruja de Blair”(D.Myrick y E. Sánchez, 1999) esta especie de subgénero dentro del terror generó algunos éxitos taquilleros destacables y otros no tanto, pero en general el asunto es cada vez menos novedoso, asusta menos y marea más. La ambición de inventar realidades a partir de la cámara, presente en experimentos anteriores, como los mencionados, parece diluirse en este intento en donde nunca podemos creer en la veracidad de la historia, entre otras cosas, porque carece de la base lógica elemental que se necesita para ello.
Sean Stone sigue muchos de los parámetros tradicionales, combinados con elementos de edición y corte. Sin embargo, se olvida de algo que curiosamente su padre sabe muy bien: la base para toda buena película es una buena historia. Y si bien el asunto plagado de clichés desde el principio planteaba una posibilidad interesante, la falta de un guion y una sólida línea dramática acaba por darle al traste a la pretendida película de terror.
El asunto empieza en una cena de amigos – que preside el mismísimo Oliver Stone, por cierto- hablando de experiencias de lo sobrenatural. El escepticismo de algunos anima a Sean y dos amigos a filmar en un antiguo hospital siquiátrico abandonado. Es así que de las clásicas historias de campamentos, pasamos a las clásicas búsquedas envalentonadas de pruebas de lo sobrenatural en casas embrujadas. El hospital siquiátrico como escenario de apariciones, es también un conocido lugar común en las historias de terror. Un edificio que fue mudo testigo de historias de locura, muerte, tortura y sufrimiento es sin duda el lugar ideal para que la sugestión colectiva haga el resto.
Pero la verdad es que hasta aquí, es que se puede decir que hay una historia que contar. Lo demás es como se lo imaginan: corretizas, cámaras que no muestran nada pero marean mucho, llantos, gritos, pleitos entre quienes empiezan a entender que fue una mala decisión adentrarse de noche en tan peligroso lugar.
La cosa es que una vez ahí, Sean Stone ya no dirige en realidad y no sé si en aras de la “naturalidad” y el “realismo” permite que la película siga su curso sin llegar verdaderamente a ninguna parte.
Al final, recurre a escenas actuadas y con efectos especiales, pero la verdad es que ya es tarde y los espectadores perdimos todo interés del asunto. Ni su propio padre puede salvarlo de una película floja y sin sentido y lo peor de todo: terror que no asusta y que aburre mucho. La verdad es que Sean Stone no resultó heredero del talento de su padre, por lo menos en este primer intento, su trabajo es bastante mediocre, pero quién sabe, quizás con el tiempo…
Lo mejor:
- Sólo dura 82 minutos!
Lo peor:
- ¿Por dónde empiezo? Mala dirección, un guión con importantes huecos, no hay línea dramática y Sean Stone además es ¡malo como actor!
- Lo malo para nosotros es sin duda lo bueno para Sean Stone: la suerte de tener un padre que incluso acepte apadrinar y financiarte un churro como éste.